El rechazo por parte del Senado ayer del proyecto de ley respaldado por el presidente Bush fue el más reciente de una serie de reveses embarazosos que han dejado expuestas las debilidades del Presidente y afectado su manejo del poder. Bush se fue de la capital para pasar unos días de asueto en Maine antes de que el Senado le diera el golpe final al proyecto de ley de inmigración, pero este no ha sido el único revés que podría echar a perder su vacación, en la que se reunirá con el presidente ruso Vladimir Putin. En el espacio de una corta semana, Bush se ha visto afectado por más deserciones en su propio partido con respecto a Irak, más malas noticias del campo de batalla, más citaciones de un Congreso hostil, un nuevo ataque a su plan educativo favorito y embarazosas revelaciones sobre su vicepresidente. También se vio involucrado en una pelea sobre el privilegio ejecutivo que recuerda las batallas legales de Richard Nixon durante el escándalo Watergate. ''Es una presidencia que se ha ido deformando. Ha perdido batallas en las cortes, en Irak, en el Congreso'', dice Paul Light, un profesor de New York University. ``La cuenta bancaria no tiene fondos y no hay a quién recurrir. Creo que, esencialmente, su presidencia se ha terminado''. Light propuso un titular para resumir la semana: ``El Presidente pierde su legado''.
El plan de Bush de dar a millones de inmigrantes ilegales la oportunidad de salir de las sombras era el pilar gemelo de su ambiciosa agenda para su segundo término. Su otra gran idea, reformar el Seguro Social, expiró hace dos años casi sin que se notara. Las dos mayores victorias de su primer término, las rebajas de impuestos y la ley educativa apodada ''que no quede ningún niño atrás'', también están en peligro. Muchas de las rebajas de impuestos que Bush respaldó van a caducar y él no ha podido convencer al Congreso de volverlas permanentes. Se está acercando el momento de renovar la ley de educación, y los legisladores de ambos partidos quieren reformarla. Casi cinco docenas de legisladores republicanos, incluyendo al senador Mel Martínez, de la Florida, el ex secretario de vivienda de Bush, respaldan públicamente esfuerzos por dejar que los estados ignoren algunas de las cláusulas de la ley. Los que le son leales dicen que todavía Bush tiene mucho espíritu de lucha, y bastante tiempo para utilizarlo. Tanto el Presidente como sus asesores le han advertido al Congreso que él vetará los proyectos de ley de gastos que considere muy derrochadores. El cabildero republicano Charlie Black dijo que una confrontación sobre gastos en el otoño podría darles energía a los republicanos y ayudar a Bush a ganarse de nuevo a los conservadores que se opusieron a su plan de inmigración. En el Senado, 37 republicanos, incluyendo los dos senadores de Texas, el propio estado de Bush, se sumaron a 15 demócratas y a un independiente para bloquear el plan de inmigración. ''Vamos a tener grandes peleas sobre gastos, y pienso que puede ganar debido al poder del veto'', dijo Black. ``Si hay una buena pelea en cuanto a los gastos, ellos estarán contentos''.
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