domingo, junio 03, 2007

Un encuentro con clima hostil entre Moscú y EE.UU.

Los líderes del G-8 buscarán desesperadamente esta semana evitar una nueva Guerra Fría entre Moscú y Occidente, que parece inevitable después de la decisión de Estados Unidos de instalar un escudo antimisiles en las fronteras de Rusia y las amenazas de Vladimir Putin de "convertir Europa en un polvorín".

Otros importantes temas de desacuerdo, como la forma de luchar contra el cambio climático y el futuro estatus de Kosovo, confirman las profundas tensiones que agitan actualmente al bloque de las ocho naciones más ricas del planeta -más Brasil y México-, que deben reunirse en la ciudad alemana de Heiligendamm.

Al denunciar el jueves la política de "diktat" y el "imperialismo" que caracteriza actualmente a Estados Unidos, Putin dio el tono de tensión que dominará ese cónclave: "El mundo ha cambiado y hay tentativas de transformarlo en unipolar. Ciertos actores internacionales quieren dictar su voluntad al resto del mundo", advirtió en una transparente alusión a Washington.

Los diferendos entre Rusia y Estados Unidos se agudizaron en los últimos meses debido a la decisión de Washington de instalar 10 misiles interceptores en Polonia y un radar ultraperfeccionado en República Checa, en el marco de su proyecto de escudo antimisiles, oficialmente destinados a contrarrestar eventuales ataques provenientes de Irán o Corea del Norte. Ahora, también Estonia podría incorporarse a ese esquema.

Para Moscú, ese proyecto es un gesto de provocación. A 16 años del fin de la Guerra Fría, el Kremlin también denuncia como una agresión premeditada las intenciones de la OTAN de extender sus fronteras y dejar que Estados Unidos instale nuevas bases en su antiguo santuario, desde Rumania hasta Kirguiztán. "Pensamos que es peligroso y nefasto transformar a Europa en un polvorín y llenarla de nuevos tipos de armamentos", advirtió Putin.

Para dar más peso a esas declaraciones, Rusia anunció recientemente el ensayo de un nuevo misil intercontinental destinado a "destruir sistemas de defensa antimisiles", como el que piensa instalar Estados Unidos en Europa Oriental, y los que ya posee en Alaska y en California. Bautizado RS-24, ese proyectil móvil ruso tendría un alcance de 10.000 kilómetros y estaría dotado de tres o cuatro ojivas.

"El blanco principal de ese anuncio parece ser el pueblo polaco, a fin de que Varsovia renuncie a participar en el proyecto de Estados Unidos", señala Bruno Gruselle, de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS) en París. "Pero también Moscú desea preservar la paridad de su arsenal nuclear con Estados Unidos", agrega. Después de la firma del Tratado de Reducción de Fuerzas Estratégicas ruso-estadounidense en 2002, esa paridad oscila entre 1700 y 2200 para cada uno hasta 2012.

Continue leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires

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