Si la junta militar que tiene sometida a Myanmar (ex Birmania) ve enemigos por todas partes, tal vez tenga razón. Despreciada por su pueblo, condenada por gran parte del mundo exterior, tiene pocos aliados a los que podría recurrir en momentos de necesidad. Después de un mes de crecientes protestas en las que casi todo el país parece haberse puesto en su contra, la junta respondió haciendo uso de la intimidación y la fuerza, recursos que ha utilizado para mantenerse en el poder desde hace décadas. "Sólo pueden recurrir a las fuerzas armadas, incluyendo la policía, los militares y, por supuesto, los servicios de inteligencia", señaló Soe Aung, vocero del Consejo Nacional de la Unión de Birmania, una coalición de grupos opositores con base de operaciones en Tailandia.
Encabezada por un pequeño grupo de generales -que no se caracterizan por llevarse demasiado bien-, la junta está compuesta mayormente por ex comandantes con poca educación que parecen sospechar del mundo exterior e, incluso, de los birmanos instruidos, como su archienemiga la líder del movimiento por la democracia, Aung San Suu Kyi, bajo arresto domiciliario durante 12 de los últimos 18 años. "Están muy agazapados, a la expectativa. Son delirantes y paranoicos y probablemente estén muy preocupados por lo que pueda suceder en los próximos días", afirmó David Mathieson, miembro de Human Rights Watch y especialista en Myanmar. Pero si se tiene en cuenta lo que duraron las juntas pasadas, la actual ha sido notablemente exitosa: se ha mantenido en el poder durante dos décadas, pese a que le ha dado al pueblo de Myanmar pocos motivos para apoyarla. Encarcela a sus críticos, arbitrariamente envía a gente a campos de trabajos forzados y mantiene el orden imponiendo el miedo mientras empobrece a una nación potencialmente próspera.
Los generales del Consejo del Estado para la Paz y el Desarrollo han mantenido una política de aislamiento para su país y a su vez se aislaron de la población, formando un búnker dentro de un búnker. El 11 de noviembre de 2005, sin explicación previa, los generales se trasladaron a una nueva capital, una ciudad aislada llamada Naypydaw, 320 kilómetros al norte de Rangún, la anterior capital. El traslado pareció responder, por lo menos en parte, a una medida defensiva, un esfuerzo por protegerse tanto de una población hostil como de un mundo hostil. "Es una tierra donde reina la arrogancia militar masculina, la encarnación de sus propios delirios de grandeza", añadió Mathieson, al describir la nueva capital. Es una tierra desolada de anchas avenidas vacías, edificios monumentales, instalaciones militares y por lo menos un campo de golf. La junta encabeza una fuerza militar de más de 400.000 efectivos y se aferra al principio de que es la única institución que puede mantener unido al país y desarrollar su economía. Un museo militar en el centro de Rangún, inaugurado hace una década, es un despliegue del desarrollo económico más que del poderío militar, con muestras de represas, pistas aéreas, minas, prisiones, hoteles e incluso centros turísticos.
La junta atribuye la pobreza de la nación a las sanciones económicas externas y a la intervención extranjera en favor de la oposición política, incluyendo las actuales marchas de protesta. El presidente de la junta es un militar duro y taciturno, el general Than Shwe, de 74 años, cuya imperturbable figura aparece muy seguido en las tapas de los diarios controlados por el régimen. A pesar suyo, el general se hizo muy conocido del año pasado, cuando un extraño video de la boda de su hija circuló por el mundo. El video sigue disponible en el sitio YouTube; en él, se ve a la novia, Thandar Shwe, con decenas de diamantes del tamaño de caramelos, que relucen sobre su pelo y decoran su cuello como una bufanda rutilante.
A pesar de su aislamiento, diversas historias sobre la junta circulan por Myanmar, y a menudo hablan de una relación de antagonismo entre el general Than Shwe y su segundo en la cadena de comando, el general Maung Aye, de 69 años. Comandante de campo en las guerras de Myanmar contra las minorías étnicas y durante su campaña contra una insurgencia comunista, Maung Ayer es por lo menos tan cruel e intransigente como su superior. Myanmar ha estado bajo control militar desde 1962, cuando el general Ne Win tomó el poder en un golpe. Fue él quien aisló al país del mundo e instauró el "camino birmano hacia el socialismo", que marcó el inicio del declive económico del país. Ne Win fue obligado a dejar el poder en 1998 y fue reemplazado por la junta.
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