jueves, septiembre 27, 2007

¿A qué viene Mahmud?

Con toda seguridad que la mayoría de los bolivianos conoce muy poco o nada sobre el Presidente de Irán, cuya llegada al país, en visita oficial, se anuncia para hoy. Recién ahora, a través de los medios de comunicación social, esa mayoría se entera de que el controvertido personaje responde al nombre de Mahmud Ahmadinejad, patronímico de pronunciación difícil entre nosotros y cuya significación debe ser toponímica o religiosa, como la de casi todos los apellidos en el país que él rige de modo que igualmente pocos conocen. A fin de que nuestros compatriotas sepan más del Mahmud que llega hoy al país, van los siguientes datos: nació en 1956 en la aldea Aradan y cuando todavía era un bebé, su humilde familia (el padre era un herrero) emigró a Teherán, donde transcurriría su infancia, adolescencia y juventud. Esta última, ligada a esa corriente política tan inflamada de radicalismo islamita que considera herejes y merecedores de los peores castigos a cuantos no compartan sus principios religiosos y terrenales.
Durante sus tiempos de estudiante en la Universidad de Teherán (donde obtuvo el título de ‘Doctor en Tráfico e Ingeniería de Transportes y Planificación’) formó parte de los grupos de choque del movimiento estudiantil pro Ayatolá Jomeine, nombre del insigne autor del entuerto religioso-político que terminara sujetando a Irán más al credo y a sus clérigos que a la democracia. Se le sindicó de haber sido el cabecilla de la captura de más de 400 estadounidenses que entre fines de 1979 y principios de 1980 fueron mantenidos como rehenes en la embajada de EEUU en Teherán.
Su afiliación al fundamentalismo islámico en un país de gente pobre inmersa en el fanatismo religioso le acortaría drásticamente su trayecto al poder. La Alcaldía de Teherán fue el primer tramo en esta ruta. Convirtió a aquélla en tribuna de loa al sentimiento islámico de la masa masculina, que es la que allí manda, mientras las muy embozadas féminas se limitan a obedecer. Cierto, se dan excepciones a esta discriminación en el campo político y administrativo, pero son tan pocas que se puede contar con los dedos de la mano los casos de mujeres en función pública o administrativa. Cuando era alcalde, Mahmud hasta prohibió que hombres y mujeres utilizaran el mismo ascensor en el edificio comunal.
Como el fundamentalismo islamita sobrepone el dogma religioso a la cultura universal, el jefe comunal fundamentalista convirtió los centros culturales de Teherán en sitios de culto y adoración a Alá y Mahoma.Es Presidente de Irán desde el 2 de agosto de 2005, tras imponerse en las urnas a sus adversarios por contundente mayoría absoluta. El fundamentalismo islamita deja su impronta en todo cuanto dice y hace desde entonces. Sugiere inequívocamente que el poder debe concentrarse en una sola persona. Es decir, en la suya. A fin de lograr este objetivo su Gobierno le subsidia al pueblo, con el propósito de tenerlo contento, los energéticos, los alimentos, la propiedad inmobiliaria, la energía eléctrica y los créditos bancarios, cuyos precios son muy bajos. De este modo, Irán, país que vive de la exportación de petróleo (el 80% de sus ingresos dependen de este sector), sacrifica hoy un poco más del 25% de su ‘sueldazo’ anual en tal política de subsidios.Este iraní de rasgos fisonómicos indios (Irán es toda una ensalada étnica de muchos pueblos del Cáucaso europeo, Oriente Próximo y Asia) viene a Bolivia a suscribir acuerdos energéticos y a establecer vínculos comerciales en el marco de la relación bilateral. Es lo que dice el Gobierno. Muchos sospechan, sin embargo, que hay algo más que eso. Mahmud, en realidad, estaría buscando hacerse de aliados latinoamericanos contra el ‘Gran Satán’. Es decir, contra el ‘imperialismo norteamericano’. Ya alineó en torno suyo al venezolano Chávez. Ahora quiere hacer lo mismo con Evo… ¿Cuál es la verdad? ¿A qué viene Mahmud? No tendremos que esperar mucho tiempo para que los hechos nos proporcionen las claves que nos permitan responder de forma precisa ambas preguntas.

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