Luchar contra el cambio climático causado por el hombre requerirá grandes innovaciones tecnológicas. La propuesta de Bush de crear un fondo global para promover las tecnologías limpias sería positiva si no fuera acompañada de la oposición abierta a máximos obligatorios de emisiones de gases de efecto invernadero, como recoge el Protocolo de Kioto. Contrariamente a la postura expuesta por Bush el pasado viernes en la reunión de las 16 economías más contaminadoras del planeta, los representantes demócratas en el Congreso norteamericano han acordado avanzar hacia objetivos de emisiones de CO2 y un sistema de compra y venta de derechos de emisión similar al de la Unión Europea, que pretenden convertir en obligatorio antes de las presidenciales de noviembre de 2008.
El ejercicio de Bush tenía una componente de relaciones públicas (demostrar que su Administración se preocupa por el medio ambiente), pero buscaba también reventar los intentos de que la renovación del Protocolo de Kioto se haga desde la ONU y sólo desde la ONU, como ha defendido el presidente Zapatero en la reunión de 150 países celebrada estos días en Nueva York con vistas a la preparación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Los buenos deseos del presidente contrastan, sin embargo, con el preocupante incumplimiento de la parte que le toca a España en el Protocolo de Kioto: en 2006 las emisiones de gases de efecto invernadero fueron superiores en un 48% a las de 1990, por más que por primera vez se invirtiera la tendencia creciente de años anteriores. España tendrá que pagar 3.000 millones de euros a otros países por sus derechos de emisión, pero no por ello ha abandonado la línea europea de considerar que sólo unos límites obligatorios funcionarán.
En una ofensiva preventiva, antes de que se reúna en noviembre la conferencia de Bali destinada a renovar el protocolo, que expira en 2012, Bush se ha lanzado a atraer a países como China, que, al igual que EE UU, no es parte de Kioto, hacia su idea de objetivos cuantificables, "fuertes y transparentes", pero voluntarios. La situación es grave. Es necesario que los objetivos sean de obligado cumplimiento para el conjunto de los Estados del mundo, y que reduzcan más sus emisiones de gases de efecto invernadero los que más contaminan por habitante. Otro tipo de baremo perjudica más que proporcionalmente a los países que tratan de incorporarse a los industrializados del siglo XX.
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