Este año se cumplen 50 años de uno de los mayores logros de la humanidad, la realización de un gran sueño, con el lanzamiento del primer satélite artificial del planeta Tierra, el Sputnik 1, y, por añadidura, una sustancial mejora de nuestra calidad de vida gracias a la conquista del espacio. La exploración del universo es una gran aventura intelectual de la humanidad.
El día 4 de octubre de 1957 una bola metálica, del tamaño de un balón de baloncesto, con cuatro antenas, empezó a transmitir desde el espacio el famoso bip-bip, anunciando a la humanidad que su sueño ancestral de conquistar el cosmos se había iniciado. A simple vista, este evento no parece muy relevante para la humanidad, aunque sea la culminación de un objetivo largo tiempo soñado, pero la realidad superó con creces las expectativas y ahora, el uso del espacio, es imprescindible para muchas de las actividades de nuestra vida cotidiana. Es tan grande su influencia que en muchos medios, especialmente en los de comunicación, se han calificado estos 50 años como the space age, la era espacial.
La era espacial llegó por muchos motivos y circunstancias, pero fundamentalmente porque nuestra especie quería que se hiciese realidad la utopía, el sueño heredado a través de los siglos, de volar al espacio. Aunque fueron los pioneros de la astronáutica los que con sus desarrollos teóricos y experiencias prácticas pusieron los cimientos para que nuestra generación pudiera conseguir la tecnología precisa que permitió ir al espacio y dominar este medio. Entre los padres de esta disciplina siempre se menciona como el iniciador a Konstantin E. Tsiolkovski, que nació en Rusia en septiembre de 1857 (100 años antes del lanzamiento del primer satélite artificial que él predijo). Fue un teórico, autor de más de 600 publicaciones, la más famosa de ellas La exploración del espacio cósmico con ayuda de ingenios a reacción.
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