La ausencia de información relevante y las presunciones son las peores compañeras de los mercados financieros. Sus operadores definen el riesgo precisamente en función de desenlaces probables, cuantificables. Y la dificultad para anticipar el alcance de la crisis financiera abierta el pasado verano en el sistema financiero estadounidense no es menor hoy que entonces. Ésa es la primera causa del fuerte castigo que han sufrido todos los mercados de acciones en la jornada de ayer, festiva en Estados Unidos, tras el derrumbe inicial en los mercados asiáticos. El conocimiento el pasado viernes, tras el cierre de los mercados, de una revisión a la baja de la calificación crediticia de un asegurador de emisiones de deuda (perteneciente al grupo de las instituciones denominadas monolines) y los rumores y presunciones descontando que acabaría contaminando a algunas otras instituciones y bancos de inversión ya dañados, ha precipitado esta venta masiva de acciones, con todas las empresas de servicios financieros a la cabeza.
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