La estrategia diplomática que el Gobierno ecuatoriano aplicó para cercar al presidente colombiano Álvaro Uribe fue ajustándose al vuelo. A miles de pies de altura, en el Embraer de Tame 1700 el presidente de la República, Rafael Correa, diseñaba con algunos miembros de su comitiva, principalmente el vicecanciller, José Valencia; el ministro de Gobierno, Fernando Bustamante, y el de Cultura, Galo Mora, la aplicación progresiva de ese plan.
Un trabajo intenso
La información que se publicaba sobre el tema era monitoreada de manera constante desde Cancillería. A la vez hubo un cruce constante de cartas y comunicados. Los análisis de respaldo a la tesis ecuatoriana que aparecieron en diversos medios, como el estadounidense Miami Herald, fueron recogidos y difundidos, inmediatamente, por el personal de Relaciones Exteriores.
También fueron publicados pronunciamientos que durante la semana aparecieron en Chile y en países tan distantes como Rusia. En la comitiva que viajó a seis países también estuvo la secretaria particular del presidente, su prima Casia Delgado. Para la prensa el trabajo fue contrarreloj. El poco tiempo disponible entre cada desplazamiento causó más de un contratiempo a los periodistas, apremiados por enviar sus notas a los medios en Ecuador.
Las líneas básicas de esa hoja de ruta empezaron a trazarse en Quito, una vez que Correa confirmó, la noche del sábado 1 de marzo, que fuerzas colombianas habían bombardeado al campamento de las FARC en Sucumbíos, sin ninguna notificación de ese operativo a los militares ecuatorianos.
Entonces activó a su equipo de Cancillería en todos sus frentes; habló telefónicamente con la mayoría de presidentes y cancilleres de la región, contándoles lo ocurrido, según fuentes del Gobierno. Y las horas siguientes el Mandatario decidió iniciar una gira de cuatro días por Perú, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
Tomar la delantera ante la posición colombiana era fundamental. En pocas horas, el Régimen pidió que la OEA se pronunciará y tratará el tema en su reunión del miércoles, además que se reunieran los cancilleres del continente, para encontrar una salida.
El domingo, Colombia denunció que tenían pruebas de una supuesta relación del gobierno con las FARC, lo que molestó mucho a Correa, quien adelantó una decisión que todavía estaba en carpeta: la ruptura de relaciones con Bogotá que se anunció el lunes 3.
Entonces, el objetivo fue aislar a Uribe y su tesis de que el fin justifica los medios; “dejarlo solo, sin apoyos en la región”, según una alta fuente diplomática consultada.
En esa carrera fueron gravitantes las horas previas a la llegada a Santo Domingo, República Dominicana, donde el viernes se celebró la Cumbre del Grupo de Río que se cerró con la inesperada reconciliación de Uribe y Correa.
El extenuante desplazamiento de Correa y los 10 miembros de su comitiva, a la que en Santo Domingo se juntó la canciller, María Isabel Salvador, concluyó ayer en la madrugada cuando arribaron a la Base de la Fuerza Aérea en Quito, pasadas las 01:45.
“El 7 de marzo pasará a la historia, pues el continente ha recuperado la fe en las cumbres, convertidas en reuniones sin resultados… eso cambió. Es la primera vez que al Ecuador no se lo despedaza en la mesa de negociaciones. Han prevalecido los principios de legalidad, no las razones de la fuerza”, dijo Correa, complacido.
Para llegar a ese desenlace, también fue fundamental el contacto -cara a cara- que Correa tuvo con los mandatarios vecinos, especialmente con Alan García (Perú), Hugo Chávez (Venezuela), Cristina Fernández (Argentina) y Daniel Ortega (Nicaragua), entre el martes y el jueves.
Siga leyendo el artículo del diario El Comercio de Quito
Un trabajo intenso
La información que se publicaba sobre el tema era monitoreada de manera constante desde Cancillería. A la vez hubo un cruce constante de cartas y comunicados. Los análisis de respaldo a la tesis ecuatoriana que aparecieron en diversos medios, como el estadounidense Miami Herald, fueron recogidos y difundidos, inmediatamente, por el personal de Relaciones Exteriores.
También fueron publicados pronunciamientos que durante la semana aparecieron en Chile y en países tan distantes como Rusia. En la comitiva que viajó a seis países también estuvo la secretaria particular del presidente, su prima Casia Delgado. Para la prensa el trabajo fue contrarreloj. El poco tiempo disponible entre cada desplazamiento causó más de un contratiempo a los periodistas, apremiados por enviar sus notas a los medios en Ecuador.
Las líneas básicas de esa hoja de ruta empezaron a trazarse en Quito, una vez que Correa confirmó, la noche del sábado 1 de marzo, que fuerzas colombianas habían bombardeado al campamento de las FARC en Sucumbíos, sin ninguna notificación de ese operativo a los militares ecuatorianos.
Entonces activó a su equipo de Cancillería en todos sus frentes; habló telefónicamente con la mayoría de presidentes y cancilleres de la región, contándoles lo ocurrido, según fuentes del Gobierno. Y las horas siguientes el Mandatario decidió iniciar una gira de cuatro días por Perú, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
Tomar la delantera ante la posición colombiana era fundamental. En pocas horas, el Régimen pidió que la OEA se pronunciará y tratará el tema en su reunión del miércoles, además que se reunieran los cancilleres del continente, para encontrar una salida.
El domingo, Colombia denunció que tenían pruebas de una supuesta relación del gobierno con las FARC, lo que molestó mucho a Correa, quien adelantó una decisión que todavía estaba en carpeta: la ruptura de relaciones con Bogotá que se anunció el lunes 3.
Entonces, el objetivo fue aislar a Uribe y su tesis de que el fin justifica los medios; “dejarlo solo, sin apoyos en la región”, según una alta fuente diplomática consultada.
En esa carrera fueron gravitantes las horas previas a la llegada a Santo Domingo, República Dominicana, donde el viernes se celebró la Cumbre del Grupo de Río que se cerró con la inesperada reconciliación de Uribe y Correa.
El extenuante desplazamiento de Correa y los 10 miembros de su comitiva, a la que en Santo Domingo se juntó la canciller, María Isabel Salvador, concluyó ayer en la madrugada cuando arribaron a la Base de la Fuerza Aérea en Quito, pasadas las 01:45.
“El 7 de marzo pasará a la historia, pues el continente ha recuperado la fe en las cumbres, convertidas en reuniones sin resultados… eso cambió. Es la primera vez que al Ecuador no se lo despedaza en la mesa de negociaciones. Han prevalecido los principios de legalidad, no las razones de la fuerza”, dijo Correa, complacido.
Para llegar a ese desenlace, también fue fundamental el contacto -cara a cara- que Correa tuvo con los mandatarios vecinos, especialmente con Alan García (Perú), Hugo Chávez (Venezuela), Cristina Fernández (Argentina) y Daniel Ortega (Nicaragua), entre el martes y el jueves.
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