Dos mineros muertos por armas de fuego y más de 30 heridos uno de ellos de bala en las cercanías de la localidad altiplánica de Caihuasi; una imprevista cita presidencial cancelada en Tarija; forzosa inasistencia del Jefe de Estado durante los actos conmemorativos de este miércoles en Sucre, la capital; masiva huelga de hambre en los departamentos de la llamada "media luna"; disturbios en Santa Cruz de la Sierra y, por si fuera poco, aislamiento de Cochabamba del resto del país, pintaron ayer en vivos colores el cuadro de situación nacional en vísperas de la recordación, hoy, 6 de Agosto, del 183 aniversario de fundación de la República, como corolario de la crisis política que azota a Bolivia desde 2003, con evidentes signos de agravamiento a partir del inicio de la actual gestión gubernamental.
Fueron y son protagonistas de semejante desbarajuste el Movimiento al Socialismo y sus afines, por un lado, y por el otro trabajadores del subsuelo, docentes del magisterio y personal municipal que respaldan a la Central Obrera Boliviana en su demanda de nueva ley de pensiones, así como discapacitados que persiguen una bonificación del Estado y cívicos que en sus regiones, reclaman la devolución de lo que a estas les corresponde del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, además de asirse a sus logros en materia de autonomía, sin que hubiese un atisbo siquiera de solución a la vorágine, sino lo contrario; es decir, un referendo en ciernes del que nada puede esperarse en razón de su inconstitucionalidad y de los vicios que lo rodean --padrón electoral abultado, extensión irregular de cédulas de identidad y riesgo de monumental fraude, en fin--, a lo que debe añadirse la contradicción entre el Ejecutivo y el organismo electoral en torno de la forma en que habrá de tratarse los resultados de tan contrahecha consulta.
En resumen, un verdadero pandemonio el que viene a coincidir con la fiesta patria, para desconcierto y desaliento de la opinión sensata y los sectores de la sociedad civil que, quiérase o no reconocer, han aprendido de manera gradual a vivir de su trabajo sin aspirar a otra cosa que no sea un clima de libertad, sosiego, seguridad y certidumbre para ejercitar su esfuerzo y capacidad creativa en aras de un mejor porvenir, más allá del tráfago político al que todavía se entregan los menos en privilegio de intereses personales y de cofradía, cuando no de mandatos provenientes del exterior.
Ahora bien, ¿cuál la causa de esta temeraria aproximación a las soluciones por el desastre sin reparar en su costo y sus consecuencias? Creemos nosotros que fundamentalmente radica en la disparidad de visiones que ha polarizado a la nación entre quienes creen que el progreso es fruto de la laboriosidad, el orden y el respeto a la ley, y los partidarios de la aventura que hasta mañosamente, piensan que los males del presente los reparará el retorno a un pasado al que cubren de disfraces para hacerlo ver como panacea, aparte de inclinarse por la reedición de experiencias que aquí mismo, al igual que en otras latitudes, significaron rotundo fracaso.
En esta encrucijada y mal que nos pese, resulta inevitable condolerse ante la desventura boliviana, en una jornada que más bien debiera ser de júbilo y profesión futurista.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
Fueron y son protagonistas de semejante desbarajuste el Movimiento al Socialismo y sus afines, por un lado, y por el otro trabajadores del subsuelo, docentes del magisterio y personal municipal que respaldan a la Central Obrera Boliviana en su demanda de nueva ley de pensiones, así como discapacitados que persiguen una bonificación del Estado y cívicos que en sus regiones, reclaman la devolución de lo que a estas les corresponde del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, además de asirse a sus logros en materia de autonomía, sin que hubiese un atisbo siquiera de solución a la vorágine, sino lo contrario; es decir, un referendo en ciernes del que nada puede esperarse en razón de su inconstitucionalidad y de los vicios que lo rodean --padrón electoral abultado, extensión irregular de cédulas de identidad y riesgo de monumental fraude, en fin--, a lo que debe añadirse la contradicción entre el Ejecutivo y el organismo electoral en torno de la forma en que habrá de tratarse los resultados de tan contrahecha consulta.
En resumen, un verdadero pandemonio el que viene a coincidir con la fiesta patria, para desconcierto y desaliento de la opinión sensata y los sectores de la sociedad civil que, quiérase o no reconocer, han aprendido de manera gradual a vivir de su trabajo sin aspirar a otra cosa que no sea un clima de libertad, sosiego, seguridad y certidumbre para ejercitar su esfuerzo y capacidad creativa en aras de un mejor porvenir, más allá del tráfago político al que todavía se entregan los menos en privilegio de intereses personales y de cofradía, cuando no de mandatos provenientes del exterior.
Ahora bien, ¿cuál la causa de esta temeraria aproximación a las soluciones por el desastre sin reparar en su costo y sus consecuencias? Creemos nosotros que fundamentalmente radica en la disparidad de visiones que ha polarizado a la nación entre quienes creen que el progreso es fruto de la laboriosidad, el orden y el respeto a la ley, y los partidarios de la aventura que hasta mañosamente, piensan que los males del presente los reparará el retorno a un pasado al que cubren de disfraces para hacerlo ver como panacea, aparte de inclinarse por la reedición de experiencias que aquí mismo, al igual que en otras latitudes, significaron rotundo fracaso.
En esta encrucijada y mal que nos pese, resulta inevitable condolerse ante la desventura boliviana, en una jornada que más bien debiera ser de júbilo y profesión futurista.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
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