"Cuando se ataca al campo se ataca a la Argentina", se jactó Luciano Miguens en la Exposición Rural de Palermo. ¿Vanidad? ¿Realismo? Casi cinco meses después de abierto el conflicto entre el Gobierno y el campo, aún sin resolver, lo cierto es que los líderes rurales lograron conquistas políticas e institucionales imposibles de imaginar hasta febrero último. La Argentina de los Kirchner es decididamente otra, tal vez más equilibrada y menos hegemónica, después del fallido enfrentamiento oficial con el campesinado.
El otrora imbatible Néstor Kirchner anduvo durante estos meses de derrota en derrota. Aun cuando siempre es bueno que el poder reconozca que también tiene límites, la más importante contribución del campo a la política fue, sin embargo, la reconstrucción de una institución, el Poder Legislativo, que venía arrastrando la desconfianza o el ninguno social. Desde los sobornos en el Senado en tiempos del gobierno de la Alianza hasta el mote de "escribanía" que le endilgaron al Congreso últimamente, la institución parlamentaria no hacía más que descender en la consideración pública.
La mirada política se ha detenido demasiado en el voto del vicepresidente, Julio Cobos, como si la decisión de éste hubiera forzado una situación contraria a la naturaleza. No es cierto, aunque el voto vicepresidencial logró, en efecto, expresar una opinión mayoritaria del Congreso y de vastos sectores sociales. Cobos debió desempatar luego de la deserción de muchos senadores peronistas y de un triunfo muy ajustado del oficialismo en la Cámara de Diputados. En ambos cuerpos, el kirchnerismo se ufanaba antes de tener mayoría y quórum propios; en el Senado, estaba, incluso, a un voto de contar con los dos tercios. El Congreso se había sublevado, en definitiva, antes de que lo hiciera Cobos.
Siga leyendo el artículo de Joaquín Morales Solá para LA NACION de Buenos Aires
El otrora imbatible Néstor Kirchner anduvo durante estos meses de derrota en derrota. Aun cuando siempre es bueno que el poder reconozca que también tiene límites, la más importante contribución del campo a la política fue, sin embargo, la reconstrucción de una institución, el Poder Legislativo, que venía arrastrando la desconfianza o el ninguno social. Desde los sobornos en el Senado en tiempos del gobierno de la Alianza hasta el mote de "escribanía" que le endilgaron al Congreso últimamente, la institución parlamentaria no hacía más que descender en la consideración pública.
La mirada política se ha detenido demasiado en el voto del vicepresidente, Julio Cobos, como si la decisión de éste hubiera forzado una situación contraria a la naturaleza. No es cierto, aunque el voto vicepresidencial logró, en efecto, expresar una opinión mayoritaria del Congreso y de vastos sectores sociales. Cobos debió desempatar luego de la deserción de muchos senadores peronistas y de un triunfo muy ajustado del oficialismo en la Cámara de Diputados. En ambos cuerpos, el kirchnerismo se ufanaba antes de tener mayoría y quórum propios; en el Senado, estaba, incluso, a un voto de contar con los dos tercios. El Congreso se había sublevado, en definitiva, antes de que lo hiciera Cobos.
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