martes, octubre 21, 2008

ARGENTINA: Otra expropiación por temor al default

El proyecto oficial de reforma del sistema jubilatorio significa que se acaba la salida que se les ofreció a quienes quieren tener sus ingresos en blanco, pagar sus impuestos y, como premio a ello, obtener una jubilación razonable y no una miserable prestación estatal.

Para saber cuál será la muy probable consecuencia en los haberes futuros basta con mirar a los que cobran hoy más que la mínima, que ni siquiera la Corte Suprema ha podido rescatar de la expropiación permanente que les propina el Gobierno, que casi no actualizó sus haberes mientras era manirroto con el resto de los beneficiarios.

Lo peligroso de la situación es que, evidentemente, el matrimonio gobernante está desesperado por dinero. ¿Son ciertas entonces las sospechas de que otras estadísticas están tan manipuladas como las de inflación, pobreza y producto bruto interno? Los Kirchner se mueven como si no tuvieran muchos caminos para evitar un default que sería un golpe fatal para su administración.

Es sorprendente que se diga que es el Estado el que rescatará a los aportantes del sistema de capitalización. Quienes lo eligieron no quieren que el Estado administre sus ahorros. Huyen del Estado porque probablemente sus padres y abuelos fueron estafados aportando mucho y cobrando luego prestaciones miserables.

Igual, quedaron en manos del Estado, porque la ley obligó a que la mayor parte de los ahorros depositados en las administradoras de fondos de jubilación y pensión se invirtieran en bonos... del Estado. Ningún Presidente, ni Fernando De la Rúa, ni Adolfo Rodríguez Saá, ni Eduardo Duhalde se animaron a meter a esos aportes en la bolsa del default, junto con los bonos que habían sido adquiridos por inversores extranjeros. Néstor Kirchner lo hizo.

Gracias a que la poda alcanzó entonces también a los argentinos, los extranjeros sufrieron una quita menor. Las cuentas capitalizadas invertidas en bonos pasaron a valer menos, pero el Estado autorizó a que se las calculara por un tiempo a ?valores técnicos?. Es decir, como si cada papel cotizara en los mercados al ciento por ciento de su valor. Eso ocultó la quita practicada a los aportantes, que ahora se transparenta de a poco.

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