Sólo diez horas pudo disfrutar Barack Obama del histórico triunfo de anteayer, que le permitirá convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. Sin demora y con desafíos, el joven senador demócrata designó ayer a la mañana al equipo que conducirá la transición presidencial más compleja de los últimos 75 años. En los próximos 74 días, él y ese grupo deberán alistarse para recibir una Casa Blanca golpeada por dos guerras y una furibunda crisis económica.
Mientras Obama comenzaba la transición, los norteamericanos despertaban, conmovidos y entusiasmados, a la posibilidad de un país más unido. Y el mundo entero saludaba la llegada de un líder joven (47 años) y carismático, cuya promesa de cambio lo atrajo (ver aparte).
Tironeado por su inexperiencia ejecutiva y por esos augurios de renovación, Obama eligió un equipo de transición compuesto por veteranos del gobierno de Bill Clinton y por recién llegados a Washington. John Podesta, ex mano derecha de Clinton; Peter Rouse, jefe de gabinete de Obama en el Senado, y Valerie Jarrett, ejecutiva de una empresa inmobiliaria e íntima amiga del presidente electo, comandarán la transición. Rahm Emanuel, poderoso legislador por Illinois y también ex asesor de Clinton, será, probablemente, una figura clave: jefe de gabinete del mandatario.
Después de felicitar al presidente electo y a los norteamericanos por "haber hecho historia", George W. Bush prometió ayer que su gobierno cooperará "completamente" con Obama para agilizar la usualmente engorrosa transición.
De ahora al 20 de enero, Podesta, Rouse y Jarrett deberán designar a más de 3000 funcionarios y, sobre todo, aprontar el plan con el que Obama piensa combatir la peor crisis financiera desde 1929 y tranquilizar a los norteamericanos sobre el futuro de sus trabajos y sus casas.
Si hasta anteayer el mayor desvelo de Obama era el republicano John McCain, desde ahora lo son los mercados y la economía. Ambos le dieron al senador una amarga bienvenida a la transición.
Siga leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires
Mientras Obama comenzaba la transición, los norteamericanos despertaban, conmovidos y entusiasmados, a la posibilidad de un país más unido. Y el mundo entero saludaba la llegada de un líder joven (47 años) y carismático, cuya promesa de cambio lo atrajo (ver aparte).
Tironeado por su inexperiencia ejecutiva y por esos augurios de renovación, Obama eligió un equipo de transición compuesto por veteranos del gobierno de Bill Clinton y por recién llegados a Washington. John Podesta, ex mano derecha de Clinton; Peter Rouse, jefe de gabinete de Obama en el Senado, y Valerie Jarrett, ejecutiva de una empresa inmobiliaria e íntima amiga del presidente electo, comandarán la transición. Rahm Emanuel, poderoso legislador por Illinois y también ex asesor de Clinton, será, probablemente, una figura clave: jefe de gabinete del mandatario.
Después de felicitar al presidente electo y a los norteamericanos por "haber hecho historia", George W. Bush prometió ayer que su gobierno cooperará "completamente" con Obama para agilizar la usualmente engorrosa transición.
De ahora al 20 de enero, Podesta, Rouse y Jarrett deberán designar a más de 3000 funcionarios y, sobre todo, aprontar el plan con el que Obama piensa combatir la peor crisis financiera desde 1929 y tranquilizar a los norteamericanos sobre el futuro de sus trabajos y sus casas.
Si hasta anteayer el mayor desvelo de Obama era el republicano John McCain, desde ahora lo son los mercados y la economía. Ambos le dieron al senador una amarga bienvenida a la transición.
Siga leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires
No hay comentarios.:
Publicar un comentario