lunes, enero 19, 2009

Un país en crisis se entrega con esperanza a Obama

Si la publicidad es reflejo de lo que vende en una sociedad, no hay duda de qué es lo comercial en Estados Unidos en vísperas de la toma de posesión de Barack Obama como presidente: optimismo, esperanza, ilusión. Optimismo; Sí, tú puedes, y Uno para todos son algunos de los eslóganes, por ejemplo, de las vallas publicitarias con las que Pepsi ha inundado Washington. Pese a la crisis económica, pese a las dos guerras, pese a todos los problemas en innumerables frentes que Obama hereda (o puede que a causa de que peor no pueden ir las cosas), EEUU se dispone a coronar mañana a su 44° presidente esperanzado por el futuro.

"Oleada de optimismo" y "fe en Obama" son algunas de las frases con las que The New York Times ayer informaba de una encuesta que ofrece unos datos muy reveladores: el 79% de los estadounidenses se sienten optimistas por lo que va a ocurrir en los próximos cuatro años. En un sondeo de The Washington Post y de la ABC, el 68% de los encuestados sostienen que Obama será un buen o muy buen presidente. Esperanza, cambio, ilusión son las palabras más repetidas cuando se les pregunta a los estadounidenses, incluso a muchos de los que en las elecciones votaron al candidato republicano, John McCain.

REALISMO E IDEALISMO

Casi por arte de birlibirloque, Obama le ha dado la vuelta al estado de ánimo del país. Estas mismas encuestas que ven un futuro tan prometedor también indican que el diagnóstico de la situación actual es tenebroso. El realismo a la hora de valorar el presente se convierte en idealismo al pensar en el futuro, ese idealismo que en su recorrido en tren desde Filadelfia a Washington reclamaba el sábado Obama para la nación americana.

El aún presidente electo llega a la Casa Blanca con mucho más que un mandato, un enorme capital político y una luna de miel que se prevé relativamente duradera: cuando mañana por la noche se acueste en la mansión presidencial, lo hará con el importante bagaje de tener una nación convencida, a sus pies, anhelante de su liderazgo.

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