El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmará el plan de estímulo con el que buscará paliar los efectos de la crisis económica y acallar además las críticas de los republicanos, quienes apuestan a un fracaso del programa con la vista puesta en las elecciones de 2010. El acto se celebrará en Denver, en el estado de Colorado.
El paquete, de 787.000 millones de dólares, estará destinado a un enorme plan de obras públicas con el que espera salvar o crear más de 3,5 millones de empleos durante los próximos dos años. También activará un programa de recortes impositivos para el 95% de las familias de clase media.
También será un día decisivo para las automotrices General Motors y Chrysler, ya que sus directivos deberán demostrar al gobierno estadounidense los progresos logrados desde diciembre y presentar sus planes de reorganización para recibir los fondos del programa de rescate financiero de 17.400 millones de dólares aprobado por la administración Bush.
Además, el presidente viajará esta semana a Phoenix, donde dará detalles de sus iniciativas para aliviar la situación de los millones de estadounidenses que corren riesgo de perder sus hogares a causa de los atrasos en el pago de sus préstamos hipotecarios.
Tras el fracaso del plan de Bush para promover el crédito, Obama intenta incorporar los 350.000 millones de dólares que aún quedan de esa propuesta para crear un programa que podría llegar a dos billones de dólares -en partidas del gobierno y del sector privado- para ayudar a que los bancos se desprendan de algunos de sus activos "tóxicos" y entonces intensifiquen la entrega de préstamos.
Repercusiones. La inminente firma del plan de estímulo despertó reacciones en favor y en contra el pasado fin de semana. Por un lado, el principal asesor político de Obama, David Axelrod, aseguró en una entrevista con Fox News que los estadounidenses "sentirán pronto los efectos positivos" del millonario paquete de gastos públicos y recortes fiscales. Además, estimó que el paquete de estímulo fue aprobado "en el momento justo" porque "la recesión está tomando ímpetu" en Estados Unidos.
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El paquete, de 787.000 millones de dólares, estará destinado a un enorme plan de obras públicas con el que espera salvar o crear más de 3,5 millones de empleos durante los próximos dos años. También activará un programa de recortes impositivos para el 95% de las familias de clase media.
También será un día decisivo para las automotrices General Motors y Chrysler, ya que sus directivos deberán demostrar al gobierno estadounidense los progresos logrados desde diciembre y presentar sus planes de reorganización para recibir los fondos del programa de rescate financiero de 17.400 millones de dólares aprobado por la administración Bush.
Además, el presidente viajará esta semana a Phoenix, donde dará detalles de sus iniciativas para aliviar la situación de los millones de estadounidenses que corren riesgo de perder sus hogares a causa de los atrasos en el pago de sus préstamos hipotecarios.
Tras el fracaso del plan de Bush para promover el crédito, Obama intenta incorporar los 350.000 millones de dólares que aún quedan de esa propuesta para crear un programa que podría llegar a dos billones de dólares -en partidas del gobierno y del sector privado- para ayudar a que los bancos se desprendan de algunos de sus activos "tóxicos" y entonces intensifiquen la entrega de préstamos.
Repercusiones. La inminente firma del plan de estímulo despertó reacciones en favor y en contra el pasado fin de semana. Por un lado, el principal asesor político de Obama, David Axelrod, aseguró en una entrevista con Fox News que los estadounidenses "sentirán pronto los efectos positivos" del millonario paquete de gastos públicos y recortes fiscales. Además, estimó que el paquete de estímulo fue aprobado "en el momento justo" porque "la recesión está tomando ímpetu" en Estados Unidos.
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