Si el lunes se planteaba en este mismo espacio que el dilema del MAS era decidir qué es más importante, si la unidad del partido o la unidad del país, la disyuntiva de la oposición pasa por otro lado en momentos en los que comienzan a perfilarse las candidaturas para los comicios del 6 de diciembre. Partidos ya conformados y probables agrupaciones ciudadanas que se identifican como oponentes al régimen actual analizan su futuro y, en ese sentido, deberán definir si continúan adelante como hasta ahora, actuando cada una por su cuenta, o buscarán la unificación para llevar un solo candidato.
Los postulantes que se van anunciando para competir con Evo Morales en busca de evitar la reelección del actual Presidente se caracterizan por su dispersión, frente a la candidatura todavía favorita del MAS a pesar de que este partido se ha ido debilitando paulatinamente con el transcurso de las últimas consultas ciudadanas y, sobre todo, con las permanentes denuncias de actos de corrupción en las instituciones públicas.
El desprestigio del Gobierno es, quizá, el mayor capital de una oposición que en los últimos años prácticamente ha sido inexistente. Podemos, la sigla de Jorge Tuto Quiroga, principal segunda fuerza en el Congreso y en la pasada Asamblea Constituyente, apenas si se ha hecho sentir ante la poderosa presencia del MAS en el espectro político nacional.
Un partido fuerte, como el MAS, merece una oposición que esté a la altura de los acontecimientos para equilibrar la balanza de poderes y vigorizar la democracia boliviana.
La endeble resistencia política al actual oficialismo hace que éste incurra, a veces, en actuaciones contrarias al buen ejercicio del Gobierno. Y ésta es una consecuencia de la carrera casi solitaria en la competencia por el poder.
Siga leyendo el editorial del diario La Razón de Bolivia
Los postulantes que se van anunciando para competir con Evo Morales en busca de evitar la reelección del actual Presidente se caracterizan por su dispersión, frente a la candidatura todavía favorita del MAS a pesar de que este partido se ha ido debilitando paulatinamente con el transcurso de las últimas consultas ciudadanas y, sobre todo, con las permanentes denuncias de actos de corrupción en las instituciones públicas.
El desprestigio del Gobierno es, quizá, el mayor capital de una oposición que en los últimos años prácticamente ha sido inexistente. Podemos, la sigla de Jorge Tuto Quiroga, principal segunda fuerza en el Congreso y en la pasada Asamblea Constituyente, apenas si se ha hecho sentir ante la poderosa presencia del MAS en el espectro político nacional.
Un partido fuerte, como el MAS, merece una oposición que esté a la altura de los acontecimientos para equilibrar la balanza de poderes y vigorizar la democracia boliviana.
La endeble resistencia política al actual oficialismo hace que éste incurra, a veces, en actuaciones contrarias al buen ejercicio del Gobierno. Y ésta es una consecuencia de la carrera casi solitaria en la competencia por el poder.
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