
El Gobierno de Barack Obama está preparando una ambiciosa iniciativa en relación con Cuba con el objetivo de poner fin a 50 años de enfrentamiento y facilitar, en diálogo con las actuales autoridades comunistas, una vía hacia la democratización de la isla.
El Gobierno de Barack Obama está preparando una ambiciosa iniciativa en relación con Cuba con el objetivo de poner fin a 50 años de enfrentamiento y facilitar, en diálogo con las actuales autoridades comunistas, una vía hacia la democratización de la isla. Aunque todavía no se han dado pasos concretos en esa dirección, distintas fuentes diplomáticas y políticas en Washington y en Miami confirman que se está preparando el terreno para un giro significativo en las relaciones entre Cuba y EE UU a corto plazo.
El propósito de la Administración es el de acelerar los trámites lo máximo posible y crear un nuevo escenario con ocasión de la próxima cumbre americana, que se celebrará en Trinidad y Tobago entre los próximos 17 y 19 de abril. Obama no quiere dejar pasar esa oportunidad para conseguir resultados, consciente de lo incierto de la situación en Cuba y del escaso tiempo que los asuntos latinoamericanos van a ocupar en su agenda en el futuro inmediato. Por su parte, el régimen de La Habana, si verdaderamente quiere un arreglo con EE UU, nunca va a encontrar una oportunidad como la que brinda la presencia de Obama en la Casa Blanca.
En ese contexto se perciben en algunos círculos estadounidenses los relevos anunciados el lunes en los principales órganos del poder en Cuba: el presidente cubano, Raúl Castro, se rodea de personas de su confianza para afrontar el enorme desafío de la normalización de relaciones con Washington, a lo que podría oponerse Fidel Castro o figuras de su entorno.
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