Siga leyendo el artículo del Editor Juan Paredes Castro, publicado en el diario El Comercio de Lima
El líder del Partido Nacionalista Ollanta Humala dice que Yehude Simon debe irse del Gabinete porque “tiene las manos manchadas de sangre”.
¿Quiénes de los involucrados en el conflicto de Bagua, autoridades de uno y otro lado, policías y nativos, negociadores y agitadores políticos, están libres de responsabilidad en la gestación, maduración y explosión de los hechos? ¿Acaso no sabe el señor Humala que el conflicto estalló apenas la mayoría parlamentaria decidió aplazar la derogatoria de la llamada ley de la selva, gracias a la demora de la bancada nacionalista en su ingreso al hemiciclo del Congreso?
¿Quién pecó de comisión? El Apra. ¿Y quién pecó de omisión? El humalismo. Así de repartidas están las cosas en un conflicto frente al cual no es tan sencillo preguntar quién, libre de culpa, puede tirar la primera piedra.
Las comunidades nativas estaban esperando que se produjera en el Congreso el rechazo a la derogatoria de la llamada ley de la selva para levantarse como se levantaron. ¿Dónde estuvieron entonces los parlamentarios humalistas para impedirlo?
Justo cuando el presidente Alan García pide perdón, reconoce errores del gobierno y llama a la reconciliación, lo primero que señala Humala es la sangre en las manos del primer ministro y no aquella en las manos de quienes emboscaron, torturaron y mataron policías.
El líder del Partido Nacionalista Ollanta Humala dice que Yehude Simon debe irse del Gabinete porque “tiene las manos manchadas de sangre”.
¿Quiénes de los involucrados en el conflicto de Bagua, autoridades de uno y otro lado, policías y nativos, negociadores y agitadores políticos, están libres de responsabilidad en la gestación, maduración y explosión de los hechos? ¿Acaso no sabe el señor Humala que el conflicto estalló apenas la mayoría parlamentaria decidió aplazar la derogatoria de la llamada ley de la selva, gracias a la demora de la bancada nacionalista en su ingreso al hemiciclo del Congreso?
¿Quién pecó de comisión? El Apra. ¿Y quién pecó de omisión? El humalismo. Así de repartidas están las cosas en un conflicto frente al cual no es tan sencillo preguntar quién, libre de culpa, puede tirar la primera piedra.
Las comunidades nativas estaban esperando que se produjera en el Congreso el rechazo a la derogatoria de la llamada ley de la selva para levantarse como se levantaron. ¿Dónde estuvieron entonces los parlamentarios humalistas para impedirlo?
Justo cuando el presidente Alan García pide perdón, reconoce errores del gobierno y llama a la reconciliación, lo primero que señala Humala es la sangre en las manos del primer ministro y no aquella en las manos de quienes emboscaron, torturaron y mataron policías.
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