miércoles, septiembre 23, 2009

El contragolpe de Zelaya y sus poderosos amigos

CON SU RETORNO clandestino, el presidente constitucional hondureño, Manuel Zelaya, y quienes le han ayudado a volver al país casi tres meses después de su destitución, han abierto la puerta a una solución diplomática de la crisis cuando parecía definitivamente cerrada. Pero, si no se ponen de acuerdo con el presidente de facto, Roberto Micheletti, cosa que anoche parecía muy difícil, la hazaña puede desembocar en una explosión mucho más violenta que la de finales de junio, como ya pudieron comprobar ayer miles de partidarios de Zelaya, disueltos a base de cargas y gases lacrimógenos por la Policía. En ese clima de máxima tensión, tampoco parece prudente el llamamiento de Zelaya a la población para que desafíe a las autoridades y marche sobre Tegucigalpa.

El toque de queda, el cierre de los cuatro aeropuertos del país, el cerco policial de la embajada de Brasil (que ha provocado la protesta de la diplomacia española) y la solicitud de entrega del depuesto presidente al Ejecutivo de Lula da Silva para detenerlo y juzgarlo indican el profundo malestar del Gobierno de Micheletti, sorprendido, humillado y más vulnerable que nunca cuando creía haber superado ya el rubicón de la crisis.

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