La hemorragia intestinal que hace cuatro años puso a Fidel Castro al borde de la muerte se produjo a bordo de un avión que cubría la ruta entre Holguín y La Habana, distantes 734 kilómetros, sin médico a bordo, por lo que la nave debió aterrizar para el urgente ingreso hospitalario del paciente, de acuerdo con un informe médico cubano asumido como creíble por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana y transmitido al Departamento de Estado . Las circunstancias y características de la enfermedad de Castro, de 84 años, originada en el intestino grueso, son un secreto de Estado desde el mismo día en que fueron movilizados los mejores médicos de Cuba y, cuatro meses después, viajara a la isla el español José Luis García Sabrido, jefe de Cirugía del hospital Gregorio Marañón de Madrid, para reconsiderar el tratamiento. Durante meses, corresponsales, diplomáticos y servicios de inteligencia se movilizaron para acumular toda la información posible sobre el caso, y, en ocasiones, la disparidad de los datos recibidos fue notable.
El 14 de marzo de 2007, la Sección de Intereses recibió un informe que describe el agravamiento de la salud de Fidel Castro en base a la documentación aportada por una persona que supuestamente tuvo acceso al contenido del historial clínico: "Castro atraviesa un estado terminal y sufrirá un inevitable deterioro de sus facultades mentales hasta el momento de su muerte. Pero no va a morir inmediatamente", escribe Michael Parmly, el entonces jefe de la misión diplomática, que contrapone el informe recibido a los comunicados públicos de destacadas figuras del Partido Comunista Cubano (PCC) sobre el regreso a la vida pública de Castro. "Creemos que un regreso definitivo es improbable, pero Fidel Castro es ahora más una presencia entre bastidores, e incluso sobre el escenario, que lo que fue hace varios meses".
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