El presidente norteamericano, Barack Obama, defendió ayer la necesidad de aprobar la postergada reforma migratoria integral como un "imperativo económico" para el país, y pidió una mayor presión popular para relanzarla, en un discurso en El Paso, Texas, en la conflictiva frontera con México.
Sin embargo, en su segundo discurso específico sobre la reforma desde que asumió el poder, ante un público de mayoría hispana, Obama no propuso ninguna estrategia nueva para desbloquear la iniciativa en el Congreso.
"Sé que algunos desearían que me saltara al Congreso y cambiara la ley por mí mismo", dijo el mandatario, al reconocer que la deportación de indocumentados, que durante su gobierno alcanzó cifras récord, se convirtió en una "fuente de controversia" dentro del movimiento pro inmigración del país.
"Este cambio tiene que ser conducido por ustedes, para ayudarnos a lograr una reforma integral", reclamó Obama ante centenares de personas. "Les pido que sumen sus voces a este debate. Necesitamos que Washington sepa que hay un movimiento en favor de la reforma que gana fuerza de costa a costa. Así lo lograremos", arengó.
Obama centró su discurso de ayer en las ventajas económicas que tendría una reforma migratoria, a la vez que echó la culpa del fracaso de la iniciativa -una de sus aún incumplidas promesas de campaña y prioridad del poderoso voto hispano- a la oposición republicana.


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