viernes, junio 24, 2011

Cristina, cuatro años y el abismo

 
Por Lucrecia BullrichDe la Redacción de lanacion.comFoto: Ilustración: Sebastián Domenech
 
"Me costaría estar en el Teatro Argentino", dijo Cristina Kirchner el martes cuando el velo sobre el "misterio" de su candidatura ya estaba corrido del todo. La referencia bastó para que la imagen poblara la memoria de muchos. Ella vestida de blanco, radiante, debajo de una estudiada lluvia de papelitos celestes y blancos. Era 19 julio de 2007 y lanzaba su candidatura a presidenta. Faltaban poco más de tres meses para las elecciones que ganaría con comodidad.

Eran otros tiempos. Para la Argentina y para el kirchnerismo. Néstor Kirchner vivía, por empezar. Fue el coprotagonista indiscutido de aquel acto en La Plata. La entonces senadora le dedicó pasajes memorables de su discurso. "Los argentinos no lo van a olvidar. Espero que no lo extrañen demasiado. Usted tiene autoridad por lo que hizo. Es un ejemplo. Tampoco se la crea, no es un héroe, pero es un hombre fuera de lo común", le dijo embelesada.

El martes, Cristina Kirchner aludió a la imposibilidad de repetir escenas como esa para explicar por qué prefiere no volver, por ahora al menos, al teatro platense, y por qué eligió, en cambio, el mismo salón en el se velaron los restos del ex presidente para hacer el anuncio.
También el kirchnerismo, si por él se entiende la construcción de poder en torno a las figuras de Néstor y Cristina Kirchner era bien otro. Como forma de entender, distribuir, manejar y ejercer el poder estaba en su apogeo. Y era "nestorcéntrico", si cabe la figura. La mayoria especulaba con que el entonces presidente seguiría manejando el "poder real" desde el café literario que él mismo se había creado como destino imaginario. La mentada y confusa "continuidad del cambio" empezaba a instalarse como leit motiv de campaña.
Cuatro años más tarde, al filo del cierre de listas, dos incógnitas centrales quedan en pie. Quién será el candidato a vice de Cristina Kirchner y quién el compañero de fórmula de Daniel Scioli. En esas dos decisiones, que monopolizará (aunque le moleste el verbo) la Presidenta, se juegan datos para nada menores. Por un lado, a cuál de las usinas que hoy alimentan su poder elegirá Cristina Kirchner (el PJ o la Cámpora) para controlar el Senado y para acompañarla en la gestión y cuánto más podrá tensarse (o distenderse, claro) el delicado vínculo con Daniel Scioli.

La incógnita ya no es quién concentrará el poder real, sino más bien, cómo será el tránsito por cuatro años que se avizoran complicados. Si Cristina Kirhner fuera reelecta, deberá lidiar con un complejo combo de variables: un Congreso poco dócil, las grietas de una economía recalentada, la inflación, el valor del dólar y la presión sindical. Definitivamente, no es poco y las posibilidades de que una reforma constitucional supere la barrera del Congreso (para paliar el temido efecto del pato rengo) parecen ínfimas.

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