Italia patas arriba. Esta es la impresión que han dado los aparentemente modestos y tímidos profesores y economistas del Gobierno técnico de Mario Monti, que esta noche han aprobado e ilustrado con meticulosidad escolar un plan de ajuste por un valor total de 25.000 millones de euros en tres años.
Se añaden a los planes por 95.000 millones que ya habían sido aprobados en julio, agosto y septiembre por el anterior Gobierno. En las arcas del estado hay unos 20 mil millones y dentro de un mes deberá pagar 120 mil millones en concepto de intereses sobre la deuda, por lo que el nuevo plan de ajuste resultaba urgentísimo. Aproximadamente la mitad de los 20.000 millones serán destinados a estimular el crecimiento, disminuyendo parcialmente los costes laborales para las empresas y reorganizando sus deberes fiscales.
El decreto salva Italia, como lo ha llamado Monti, reduce la pensiones y los ingresos de los municipios, diputaciones y autonomías; aumenta con una cierta levedad los impuestos a las rentas más altas, pero sobre todo introduce reformas estructurales en todo el país y cambia los criterios del gasto central y local, del fisco y en general revoluciona la manera de gestionar el dinero público. "Si me sale bien, dejaré la política", ha dicho Monti con una cierta sonrisa cansada.
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