El veredicto de Mubarak y el fantasma de su último primer ministro Ahmed Shafik, que se disputará la presidencia del país con los Hermanos Musulmanes, han despertado a los egipcios. Al grito de "La revolución continúa" y "Pan, libertad y justicia social", miles de almas se han reconciliado este martes con el perímetro revolucionario de Tahrir. "Las expectativas son terribles si Shafik vence.
Es el protegido de la Junta Militar", cuenta a ELMUNDO.es Walid Bakkar, de 30 años, entre el gentío que recorre las calles del acomodado barrio cairota de Mohandisin en dirección al ágora que derrotó a Hosni Mubarak. "Salir a la calle es nuestra arma para proteger el proceso electoral", dice el joven, partidario de votar al candidato de la Hermandad Mohamed Mursi en la segunda vuelta prevista para los próximos 16 y 17 de junio. Quince meses después de la caída del dictador, su condena a cadena perpetua y la absolución de seis altos cargos de la policía han vuelto a movilizar a quienes lideraron el cambio.
Los últimos acontecimientos han extendido, como asegura a este diario el politólogo Ibrahim Awad, una dolorosa certeza: "El estado 'mubarakista' no ha sido desmontado". Sin embargo, el analista agrega, "la practica de la represión efectiva y sistemática será difícil de reproducir: la sociedad y su reacción a las decisiones del poder han cambiado sustancialmente".
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