lunes, noviembre 05, 2012

La noche de difuntos en que pudo reventar el euro


Se cumple ya un año de la noche de difuntos en que Merkel, Sarkozy y Papandreu estuvieron a punto de reventar el euro. El dramático encuentro tuvo lugar en Cannes, la víspera del G-20 francés. Y marcó probablemente el punto de mayor tensión de una crisis que puso en peligro la supervivencia del proyecto europeo.
 MerkozyCannes2nov11
"¡Vaya noche!", recordaba unos meses después el ya ex primer ministro griego ante un grupo de periodistas que visitamos Atenas. George Papandreu nos aseguró entonces que, a su juicio, en la tensa reunión del 2 de noviembre de 2011 logró convencer a la canciller Angela Merkel, pero no pudo con el presidente francés. "A Sarkozy solo le preocupaba que fuera un éxito la cita del G-20 y que nada pudiera eclipsarlo".
Sarkozy, a solo unos meses de su revalida electoral, había preparado con detalle una coreografía que incluía su presunta reivindicación como líder mundial junto a Barack Obama. El presidente de EE UU le brindó su apoyo haciendo coincidir el G-20 (3 y 4 de noviembre) con una fotografiadísima visita bilateral posterior. 
Nadie contaba, al parecer ni siquiera los servicios de información del Gobierno francés, con que Papandreu estropeara la fiesta anunciando el 31 de octubre un referéndum sobre las reformas exigidas por la troikaa cambio del segundo rescate de Grecia, aprobado en Bruselas la semana anterior.
Las Bolsas se desplomaron ante el previsible rechazo popular de los draconianos ajustes y la consiguiente bancarrota de Grecia. Y Sarkozy y Merkel, furiosos, convocaron a Papandreu para una reunión urgente en Cannes. En el filo del 2 al 3 de noviembre, a solo unas horas del comienzo del G-20, la pareja franco-alemana lanzó un ultimátum jamás oído en medio siglo de integración europea: Grecia tendría que abandonar la Unión Monetaria si la consulta popular anunciada por Papandreu rechazaba los ajustes pactados en Bruselas.
"Está claro que la pregunta que se plantea es la del futuro europeo de Grecia: ¿quiere Grecia seguir o no en la zona euro?", zanjó Sarkozy durante la rueda de prensa de aquella medianoche, celebrada en la misma sala en que se entregan los galardones del festival de cine de Cannes. "Corresponde al pueblo griego responder a la pregunta", añadió el presidente francés. "Y es sobre esa pregunta sobre la que tendrá que pronunciarse si se convoca un referéndum".
Papandreu, sonado, todavía anunciaría aquella misma noche la fecha del referéndum: 4 de diciembre. La consulta, por supuesto, no llegó a celebrarse. Varios ministros del gobierno griego, entre ellos, Evangelos Venizelos, el poderoso titular de Economía, consideraron una locura jugarse en las urnas la pertenencia al euro. 
El gobierno socialista cayó y Papandreu vaga desde entonces como alma política en pena, tratando de convencer a quienes le escuchan de que su frustrado referéndum no era una idea tan descabellada. Y de que la victoria del Sí hubiera dado legitimidad a unos ajustes que ahora se aplican en medio de graves protestas sociales. 
La reyerta de aquella noche de difuntos no pasó inadvertida para las delegaciones del G-20 que llegaban a la Riviera francesa. Algunas, como la de Obama, no ocultaban su creciente preocupación ante un torbellino europeo que, de no controlarse, enturbiaría las elecciones de EE UU un año después. Otras, como la china o la brasileña, observaban con cierto regodeo los problemas internos de un club que siempre parece dar lecciones de gobernanza al resto del mundo.
Pero no había motivos para la alegría porque el ultimátum de Merkel y Sarkozy (cursado, por cierto, sin consultar con el resto de socios) desestabilizaría a toda la zona euro y parte del planeta durante casi un año. 
Para los inversores internacionales había quedado claro que la moneda única no era irreversible y que, en determinadas circunstancias políticas o económicas, algunos países podrían volver a su antigua (y devaluada) divisa. El capital comenzó a huir de los países del sur susceptibles de caer en esa puerta giratoria y se refugió en el núcleo duro en torno a Alemania.
Solo un mes después de Cannes, el BCE tuvo que anunciar una inyección de un billón de euros. Pero apenas surtió efecto y el resquebrajamiento financiero de la zona euro se intensificó durante el primer semestre de 2012.
La debacle parecía inevitable. España, la cuarta economía de la Unión Monetaria, sufría unos tipos de interés insostenibles como consecuencia, en gran parte, de las dudas sobre la supervivencia de la moneda única. El futuro del euro se jugaba ahora al sur de los Pirineos por culpa de Atenas, Berlín y París. Solo la intervención de Mario Draghi, presidente del BCE, frenó la espiral con sus famosas palabras en los idus de julio de este año: "El BCE está listo para hacer todo lo que haga falta para preservar el euro. Y créanme, será suficiente".
 [Coda personal (si me permitís)
A veces me preguntan si me gustaría actualizar el libro sobre la crisis del euro que publiqué en octubre del año pasado. Y siempre respondo que, a mi entender, el escenario descrito en ese largo reportaje sigue casi intacto. Y no por acierto mío, sino porque, por desgracia, la crisis de la deuda aún no ha terminado. Algunos personajes, por supuesto, han hecho mutis por el foro (Sarkozy, Papandreu, Zapatero, Trichet). Pero el guión se mantiene: la canciller de plomo continúa jugando con la prima de riesgo (de los demás); el mesianismo de Hans-Werner Sinn no ha remitido; y España sigue siendo demasiado grande para tenerse en pie sin ayuda.
Aún así, si tuviera que añadir un capítulo sin duda sería el de "Noche de difuntos en Cannes", en recuerdo de aquel 2 de noviembre de 2012, una de las jornadas más intensas y emocionantes que he vivido durante esta crisis. Hoy mismo, el entonces ministro francés de Economía ha reconocido que poco después París empezó a prepararse en secreto para la posible expulsión de Grecia o, incluso, el estallido completo del euro.
Solo ha pasado un año desde entonces. Pero es curioso: me parece muchísimo más lejana aquella noche. Hasta el punto de que he tenido que tirar de libreta y agenda (y de Google, claro) para confirmar fecha, datos y secuencia de los acontecimientos que relato en este post. También he aprovechado para recuperar la conversación con Papandreu, inédita hasta ahora, y que tuvo lugar en Atenas durante un viaje de prensa organizado por la delegación griega de la Comisión Europea.
 Aquí queda todo como testimonio para los seguidores de este blog y como epílogo para los lectores de "¿Qué está pasando?". Solo me queda pedir disculpas por haberlo hecho tan largo. :-) ].

Foto: Rueda de prensa de Sarkozy y Merkel en Cannes (B. dM., noche del 2 de noviembre de 2011).


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