lunes, enero 21, 2013

BOLIVIA CONTRA LA LIBERTAD ECONÓMICA


Por muchas que sean las objeciones que desde cierta perspectiva ideológica puedan hacerse, es necesario tomar muy en cuenta este tipo de informes
Hace unos días, como ya es habitual a estas alturas del año, la Heritage Fundation y Wall Street Journal han presentado su informe anual sobre la libertad económica en el mundo. Y como también ya es habitual desde hace algunos años, Bolivia figura entre los países peor ubicados en el índice y con una tendencia hacia un continuo descenso.
El caso de Bolivia no es excepcional. Según el informe, los países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, con muy pocas excepciones, entre las que se destaca Chile, se encaminan año tras año hacia la consolidación de un sistema en el que la libertad económica, entendida como “el derecho fundamental de todo ser humano de controlar la propiedad de su trabajo”, tiende a disminuir. Y en ese contexto, nuestro país se ubica en el polo diametralmente opuesto a Chile, pues figura como el que más rápidamente se aleja de los parámetros establecidos.
A diferencia del año pasado, cuando en tres de los 10 parámetros en los que se basa la evaluación (lucha contra la corrupción, libertad fiscal y libertad monetaria) se reconocía a Bolivia como uno de los que hizo importantes mejoras, en esta oportunidad se identifica a nuestro país como uno de los más adversos a la actividad económica privada, compartiendo tal condición con Haití, Cuba, Venezuela, Argentina y Ecuador.
Las causas de lo que según el estudio es calificado como un retroceso, serían principalmente tres: la corrupción, la injerencia política en el sistema judicial y los procesos de nacionalización de empresas, tres factores que al sumarse han creado durante los últimos años un clima de alto riesgo para los negocios, lo que ha limitado la llegada de inversión privada extranjera.
“La actitud de Bolivia hacia la inversión extranjera es hostil”, dice el informe, y agrega que la economía boliviana “específicamente prioriza la inversión nacional sobre la inversión extranjera. El sector financiero sigue siendo vulnerable a la interferencia estatal, pero está creciendo”, y advierte también que los procesos judiciales “están sujetos a la influencia política y la corrupción”, y las demandas que compiten por los títulos de propiedad y la falta de resolución de disputas fiables hacen que la adquisición de bienes inmuebles sea arriesgada.
Las consecuencias de tales condiciones adversas al desarrollo de actividades productivas del sector privado están, según el informe, temporalmente atenuadas gracias a que “los altos precios de las materias primas han contribuido al reciente crecimiento económico fuerte”. Advierte, sin embargo, que más allá del corto plazo, “el desarrollo económico sigue siendo frenado por las deficiencias institucionales y gravemente obstaculizado por la interferencia del Estado”. El resultado de esa suma de factores sería que la economía formal está cada vez más estancada, mientras que la informal se está expandiendo.
Los datos e interpretaciones del Informe Heritage pueden ser, sin duda, objeto de múltiples interpretaciones y muchas de sus conclusiones tendrán que ser recibidas con beneficio de inventario. Sin embargo, y por muy cuestionables que desde cierta perspectiva ideológica resulten sus análisis, bien harían las autoridades gubernamentales al tomarlos en cuenta.



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