martes, enero 08, 2013

Chávez: ¿ausencia temporal o definitiva?


A sólo dos días del momento en el cual debería llevarse a cabo la juramentación de Hugo Chávez Frías para el período 2013-2019 sigue en ebullición la polémica con respecto a lo que debe hacerse en el país en caso de que el mandatario reelecto no, pueda, como es previsible por sus problemas de salud, acudir el 10 de enero a la Asamblea Nacional. Si ocurriera el milagro que invocó la periodista Arlen Rodríguez de Telesur, en entrevista al vicepresidente Nicolás Maduro, y Chávez se presenta ante la Asamblea Nacional, se ahorrarían todas estas controversias político-constitucionales.
Chávez está por concluir su tercer período presidencial que expira el 10 de enero, y si no se presenta en la Asamblea lo lógico es que se fije una nueva fecha para que tome juramento ante el Tribunal Supremo de Justicia. Mientras tanto el presidente de la Asamblea Nacional debería asumir el cargo de Jefe del Estado hasta que el mandatario reelecto cumpla con ese trámite institucional ineludible.
Ya Chávez tomó juramento como Presidente reelecto en 2006. Los diputados, gobernadores, alcaldes y concejales, aunque hayan sido reelegidos, también deben tomar juramento antes de empezar sus nuevos períodos. La Constitución de 1999, de la cual soy firmante, no excluye de ese requisito a los funcionarios reelectos, y se trata además de una tradición democrática que no tiene por qué desaparecer. Las normas establecidas en la carta magna son para cumplirlas, no son plastilina ni goma elástica a la cual se le da forma según el molde de los interesados.
El asunto central de toda esta polémica no es otro sino la incertidumbre con respecto a si el presidente reelecto, Hugo Chávez, realmente está en plenitud de facultades para seguir ocupando el cargo. Y hasta ahora no hay informaciones que puedan permitir una conclusión certera.
Es un error que puede costarle caro a la República considerar que la implementación del mecanismo constitucional para que una junta médica evalúe la salud del Presidente sería un acto de traición contra Chávez. Si el constituyente introdujo esa posibilidad en la Constitución no hay ninguna razón para esquivarla, sobre todo cuando no hay señales que indiquen una mejoría en la salud del Jefe del Estado, sino todo lo contrario.
   Si existiera la certeza de que el Presidente reelecto puede recuperarse para asumir sus funciones no habría problemas en encaminar el asunto hacia una ausencia temporal, en los términos establecidos en la carta magna. Pero, ¿existe esa certeza? ¿Hay la plena convicción, avalada por criterios de los médicos tratantes, de que el Jefe del Estado va encaminado a recuperarse? ¿O es otro el panorama? ¿Cuál es la razón de peso para que el actual liderazgo del Estado venezolano no actúe en la dirección de despejar estas incógnitas ante el país?
    Hay dudas absolutamente legítimas que no se disipan con boletines informativos carentes de esos datos tan necesarios. Más allá de lo que ocurra pasado mañana en la Asamblea, el asunto central seguirá sin resolverse mientras quienes deben tomar las decisiones lean la Constitución bajo el cristal del chantaje emocional, del temor o del cálculo político, y subestimen las implicaciones de un inadecuado manejo de esta lamentable circunstancia que atraviesa el Presidente.


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