Junto a la meta del maratón, una olla a presión de seis litros llena de metralla en forma de clavos y perdigones esperaba el lunes a miles de corredores escondida en una mochila negra de nailon. A pocos metros, había otra bomba casera parecida y destinada a matar y mutilar civiles, según el FBI, que sabe cómo eran los artefactos improvisados, pero no quién los puso ni por qué.
Un congresista de Texas, el republicano Michael McCaul, contó este martes estos detalles después de recibir un 'briefing' de los agentes federales, que confirmaron algunas de sus explicaciones en una rueda de prensa. McCaul, que es miembro de la comisión de Seguridad Nacional, dijo que los agentes creen que la olla o ollas utilizadas son las mismas que los soldados de Estados Unidos están acostumbrados a ver en Afganistán o en Irak.
Las dos bombas estallaron diez minutos antes de las tres de la tarde con 12 segundos de diferencia a pocos metros de la meta y asesinaron a tres personas, entre ellas un niño de ocho años del barrio obrero e irlandés de Dorchester. El pequeño fue identificado como Martin Richard. Su madre y su hermana sufrieron heridas graves y están hospitalizadas en condición crítica. La segunda fallecida identificada es Krystle M. Campbell de 29 años de edad. No se conoce la identidad de la tercera persona asesinada, pero la Universidad de Boston anunció que era uno de sus estudiantes.
La Administración Obama reconocía que podía aclarar pocos detalles un día después de la masacre. Los agentes de FBI y los policías de Boston registraron un piso de un estudiante saudí a las afueras de la ciudad y seguían interrogando sospechosos, pero la búsqueda "muy abierta" continúa con pocas pistas sobre el culpable o los culpables.
"Sabemos que alguien puso las bombas. Sabemos que obviamente causaron graves daños. No sabemos quién las hizo. No sabemos si esto es un atentado de una organización o de un individuo o de un grupo de individuos. No tenemos ninguna idea del motivo. Todo lo demás es, de momento, especulación", dijo el presidente Barack Obama en una comparecencia en la Casa Blanca de cuatro minutos sin preguntas.
Terrorismo 'extranjero o doméstico'
También subrayó que el FBI no sabe si se trata de un caso de terrorismo "extranjero o doméstico". El presidente viajará el jueves a Boston para asistir a un servicio interreligioso de homenaje organizado en la catedral católica de la ciudad, una de las más grandes del país.
Por ahora no hay indicios que apunten que el atentado de Boston fuera parte de una trama más compleja que vaya a producir otros atentados. La secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, que aseguró que las autoridades habían reforzado el número de policías en las calles "por mera cautela" y no porque tengan pruebas de que los autores de la masacre estén preparando un ataque similar.
Napolitano subrayó la llamada a la colaboración de quienes estaban presentes en el lugar del atentado y solicitó a los ciudadanos que enviaran sus vídeo o sus fotografías de los instantes de las detonaciones a los agentes del FBI. Las autoridades registraron el piso de un estudiante saudí en Revere, un suburbio a ocho kilómetros del centro de Boston, en busca de pistas del terrorista que colocó las bombas en el maratón.
El jefe del FBI en Boston, Richard DesLauriers, dijo que "la investigación está muy activa". Los agentes explicaron después en un 'briefing' a un grupo de congresistas que el saudí no es sospechoso, sino "testigo". El chico, según la descripción de su compañero de apartamento, tiene 20 años, estudia inglés, es un amante del fútbol, devoto musulmán y muy pacífico.
Boston se despertó este martes entre la incertidumbre y el horror de los detalles de la masacre en la carrera más antigua del país. El luto se sentía en toda la ciudad en que decenas de personas han sido mutiladas. Sin conocerlos, algunos se emocionaban al hablar de los muertos.
Los colegios y las universidades abrieron sus puertas. Pero muchas empresas permitieron a sus empleados trabajar desde casa, se suspendió el partido de los Celtics, el equipo de baloncesto local, y turistas, vecinos y maratonianos erraban por el centro de la ciudad alrededor de las doce manzanas cerradas junto a la calle Boylston, el lugar de las explosiones.
Medallas 'tristes'
Los corredores que no habían cruzado la meta podían reclamar su medalla sólo por participar, pero algunos no se atrevían ni a colgársela al cuello. Jaime Herrera, un comerciante mexicano de Guadalajara, la mostraba enganchada a una bolsa. "La he puesto aquí. Es demasiado triste", explicaba a EL MUNDO.es Herrera, que estaba a 800 metros de la meta cuando estallaron las bombas y la policía detuvo a los corredores.
Herrera llevaba tres horas y 58 minutos corriendo y era su primera vez en Boston después de participar en otros 11 maratones por todo el mundo."No sabe igual a otras medallas. Nos la ganamos porque corrimos y sufrimos. Pero es el dolor de otros", contaba a su lado Luis Cuan mientras las sirenas y los helicópteros ensordecían a su alrededor, la banda sonora de un día marcado por la tensión.
La ciudad seguía en alerta máxima, con militares vestidos de camuflaje en parques y estaciones. A primera hora de la mañana, un avión procedente de Filadelfia fue evacuado tras aterrizar por un paquete sospechoso que resultó una falsa alarma. El aeropuerto de La Guardia, en Nueva York, también fue desalojado casi a la vez por otra sospecha infundada. Por la tarde, el tráfico aéreo empezaba a fluir lentamente. Los maratonianos que podían empezaban a dejar la ciudad y debatían si volver o no a la carrera más amada.
Elise Conner, higienista dental de Chicago, oyó la primera explosión nueve minutos después de cruzar la meta, se dio la vuelta y 12 segundos después vio la segunda. Pero no tiene dudas y dijo a este diario: "Adoro el maratón de Boston. El público es increíble. No hay otra carrera igual. Estaré aquí el año que viene".
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