lunes, mayo 06, 2013

Bolivia: La raíz del negocio ilegal de chutos se encuentra en Chile


Fernando es orureño y no pasa del metro y medio de estatura. Sus compañeros le llaman Phisi o gato, en aymara. Su nombre es famoso en la avenida Circunvalación de la ciudad chilena de Iquique, porque cada semana introduce vehículos indocumentados o chutos a territorio boliviano. “Por $us 250 te lo meto uno, si quieres vamos contigo, pero tienes que alistar $us 500 más”, propone, sin rodeos.
A unos 300 metros de la Zona Franca (Zofri, sitio donde se transan mercancías exentas de derechos arancelarios e impuestos) del puerto, el negocio de la comercialización de automóviles usados para ser internados ilícitamente a Bolivia continúa vigente. Es la punta del ovillo. Allí está afincada una red que se ha especializado en la perforación del Decreto Supremo 29836, que prohíbe el ingreso a suelo boliviano de coches con más de cinco años de antigüedad. En la Circunvalación nada es imposible si se tiene dinero. Allí, choferes como el Phisi reinventan sus mañas para burlar los controles fronterizos.
Iquique. La detención en Chile (enero) y posterior liberación (marzo) de los soldados bolivianos José Luis Fernández (18), Augusto Cárdenas (19) y Álex Choque (20) por cruzar los límites binacionales en su afán de perseguir y aprehender a un clan de chuteros, volvió a colocar en boga al contrabando de estos motorizados y a poner en entredicho la ayuda de autoridades chilenas en la lucha contra este flagelo. La presidenta de la Aduana de Bolivia, Marlene Ardaya, ratifica que no hay voluntad política de la nación vecina para colaborar en el tema, y sentencia: “Este negocio se monta en Iquique”.
Informe La Razón visitó esta urbe a mediados de abril. “Esta noche van a llegar muchos orureños para comprar mañana los chutitos y para eso debo alistar unas 30 cenas”, cuenta una cocinera de la pensión Virgen de las Peñas, en el barrio Esmeralda, un enclave boliviano donde el menú de las pensiones contiene saices picantes, jugosos piques a lo macho, humeantes thimpus o crujientes pailitas. Muy cerca, decenas de taxistas ofrecen sus servicios para llevar a los connacionales recién llegados a la Zofri y la Circunvalación, para comprar rodantes viejos.
“El comercio de los chutos desde Iquique hasta Bolivia no acabó. Si antes venían miles de compatriotas tuyos, ahora llegan todavía centenares”, confiesa Ramón Castillo, taxista chileno que gana unos $us 60 diarios atendiendo a bolivianos. Al norte, en la Circunvalación, la vía parece interminable. En el lugar se asientan aproximadamente dos centenares de autoventas que exponen vehículos nuevos, de segunda mano y siniestrados. Son parte del primer eslabón del negocio clandestino. Allí lo que menos hay son chilenos; la mayoría son bolivianos, peruanos, paraguayos, paquistaníes y libaneses.
“En esta cuadrita trabajan 50 bolivianos y peruanos”, comenta Dora, una sandwichera. Los automóviles que están a disposición de los clientes son los que arribaron al puerto iquiqueño en imponentes barcos que partieron desde Japón, Corea del Sur, Perú, Estados Unidos, principalmente. En las instalaciones de la Zofri se puede apreciar un mar de estos coches que, luego de ser nacionalizados, esperan por sus nuevos dueños. Los visitantes bolivianos son los compradores más codiciados. Y las estadísticas demuestran que la venta de motorizados usados hacia Bolivia se encuentra en franco aumento.
La Zofri de Iquique señala que en 2011 se exportaron a Bolivia 10.343 de estos rodantes, mientras que el año pasado la cifra ascendió a 12.689; aunque no hay una especificación de su autigüedad y si se internaron legalmente. En la avenida de marras no importa si los autos que se llevan los compatriotas fueron fabricados antes de 2009 —o sea, están vetados en el país por el Decreto 29836— o que hayan sufrido algún accidente y pongan en riesgo la vida de sus futuros conductores, la cuestión es ganar dinero; un espacio donde rigen las leyes del regateo y la oferta y la demanda.
Contactos. Muhammad Kalem Butt es el director de la Importadora y Exportadora Butt, de vehículos usados, una de las tiendas que funcionan en la Circunvalación. “Estos Ipsum son bonitos y cuestan $us 3.500, cada uno. Llévatelo porque vale $us 13 mil y te lo puedo dar hasta en $us 3.200”. Y lanza una promoción: el cambio de volante —de derecha a izquierda— de la vagoneta Toyota por $us 500 y, además, contactará a un chofer para llevarla a La Paz, en Bolivia. El paquistaní sonríe ante su potencial cliente y dispara su última carnada. “Te la dejo en $us 3.000, pero tienes que conseguirte un conductor”.
Mujeres de pollera del altiplano boliviano también pujan por automóviles de variopintas marcas en los locales. Igual, existen talleres que realizan el cambio del volante y especialistas que se encargan de los papeleos y el transporte de los coches de segunda mano. Aunque hay importadoras que ofrecen subrepticiamente estos servicios como un paquete o “combo”. Una de ellas es Import y Export El Manzano.
“Traspasos en general. Venta de seguros de tránsito y trámites en general”, se lee en la tarjeta que Marta Mamani entrega a los interesados en la internación de chutos hacia Bolivia.
“¿Es la primera vez?”, pregunta la comerciante al periodista de Informe la Razón, en su oficina. “Le cambiamos el volante y después se lo lleva nomás”, añade, tras pedir la nota de venta y el modelo del motorizado. Segundos después, llama por su teléfono móvil. Al otro lado de la línea está su contacto. “Es un Toyota Lexus 2003. ¿Por cuánto haces el cambio?”, le comunica. “Si el trabajo es con el aire acondicionado se cotiza en $us 500. A ello hay que sumar unos $us 100 para que se lo llevemos a la frontera y ahí debe charlar con el conductor para ver por cuánto se lo trasladará a La Paz”.
La comerciante sugiere pasar por las poblaciones chilenas de Cariquima o Mauque, que enlazan en lado boliviano con las de Pisiga y Eucaliptus (Oruro). “Por allí no hay mucho control. Hasta por ahí cobran (los chuteros) $us 200”. Advierte que su labor termina en ese punto, y si el cliente quiere que el contrabandista le deje el rodante en La Paz, la inversión sube en $us 200. “En total tiene que alistarse $us 1.000”. Estas tratativas pueden involucrar la internación de un auto, de un contenedor o de una caravana; estos dos últimos casos involucran pactos con mayoristas y aligeran precios.
Una vez cerrada la compra, el siguiente paso es conseguir un “palo blanco”: un ciudadano chileno que se haga pasar como flamante dueño del vehículo para que se le otorgue la patente que le permitirá llegar hasta la zona limítrofe. “Generalmente es un indigente al que le cancelan unos 30 mil pesos (40 dólares)”, revela Alejandro Rondón, reportero del diario La Estrella de Iquique. Un chofer que trabaja en la Circunvalación ratifica esto. “A nombre de un chileno tiene que sacarlo, uno conocido, para que después él se vuelva con la patente y vos te vayas a Bolivia con el chutito”.
Por allí anda el Phisi, el conductor orureño que se precia de conocer al menos cuatro pasos fronterizos clandestinos para arribar a Bolivia. A pocos metros, en las dependencias de Trans Cariquima (nombre de la comunidad chilena por donde transitan los automóviles indocumentados que tienen como destino el país), un grupo de jóvenes compatriotas charla sobre los viajes que tiene en su agenda. Uno de ellos indica que es todo un experto para internar coches a los Yungas de La Paz, donde hay ferias que los comercializan, especialmente en La Asunta. Se llama Juan Carlos Primicia.
“Me conocen más como Primicia en Chulumani, Irupana, La Asunta y en todo Yungas”, avisa y desenfunda su identificación a Informe La Razón. “Aquí,  los choferes cobran $us 300 y van hasta Eucaliptus”, informa. Explica que las comunidades chilenas de Mauque, Cariquima y Pisiga Choque; y las bolivianas de Eucaliptus, Charaña, Challapata —donde se desbarató en octubre del año pasado la venta de chutos— y el salar de Uyuni son las rutas que recomienda el manual de estrategias para evadir al Control Operativo Aduanero (COA) y los comandos conjuntos de las Fuerzas Armadas.
En la misma avenida, un chileno aborda a quienes buscan información sobre el menú de negociados que se puede emprender con los motorizados nuevos, viejos y siniestrados. “Si quiere llevar un chutito a su país, el Phisi se lo hace el trabajo”. Luego presenta a Fernando. El hombre habla con soltura sobre los tramos ocultos e incluso brinda una radiografía de las coimas que se deben pagar en suelo boliviano.
“Cobro $us 250, si es posible contigo más nos vamos; tú te lo puedes llevar el auto con placa, que te lo pondremos en Cosapa (Oruro) y de ahí a Patacamaya (La Paz)”.
Cuando toma más confianza, suelta  que la clave es ir en grupo, con varios coches por delante y por detrás, es decir, un convoy. “Desde Iquique saldremos por Mauque y tienes que llevarte unos $us 500 más porque, por ejemplo, en la última tranca de Patacamaya hay que pagar $us 100 y en algunos pueblitos hay que cancelar Bs 50 a los comunarios”. El plan de contingencia del Phisi funciona con dinero. El orureño garantiza con su experiencia, a pesar de su juventud, que el vehículo llegará a Bolivia sin problemas. Y sus colegas de la avenida Circunvalación afirman que no falla.
Ardaya denuncia ante Informe La Razón que Chile no colabora en el combate contra el contrabando de automóviles viejos a territorio boliviano y que Iquique es el epicentro del problema, donde comerciantes libaneses son los principales involucrados. Esa nación “nos trae a la Zofri todos los coches y la ropa usada que están restringidos en Bolivia,  y no impide la nacionalización de estas mercancías”; a pesar de que sus autoridades saben la vigencia del Decreto 29836.
Intocables. Esto es clave para alentar la internación ilegal de estos motorizados, sostiene Ardaya, quien añade que por ello se puede catalogar a Chile como “mal vecino”. No obstante, devela que en abril, en Panamá, Bolivia le hizo este reclamo a Chile, que se comprometió a entregar hasta este año la información de los coches con una antigüedad mayor a cinco años que son nacionalizados en la Zofri, e incluso la de prendas usadas. “Pero mientras Chile siga con esta política, Bolivia aún va a tener este inconveniente”.
¿Y qué alega la nación vecina? El Departamento de Asuntos Institucionales y Comunicaciones del Servicio Nacional de Aduanas de Chile accedió a tramitar, analizar y responder un cuestionario remitido por Informe La Razón, empero, aquél no fue devuelto hasta el cierre de esta edición.
Tras un nuevo pedido para el envío de información, la dependencia respondió que ésta debe ser canalizada a través del Consulado chileno en La Paz. 
En la avenida Circunvalación de Iquique también afloran los talleres ilegales que transforman los vehículos de segunda mano que no tienen aval de nacionalización. El periodista Rondón relata que, cada semana, al menos 20 automóviles son decomisados por los carabineros. “Se supone que esos son los que salen a Bolivia como chutos”, asevera. Sin embargo, el Phisi y otros choferes, negociantes y locales que abundan en ese sitio son casi intocables. Son la raíz de este “negoción” —como lo califica Ardaya— que nace en Chile y no puede ser frenado.




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