La crudeza de la guerra en Siria ha llevado a la Unión Europea a adoptar una posición más activa en el conflicto. Los ministros comunitarios de Exteriores acordaron anoche levantar el embargo de armas que pesa sobre Siria solo cuando existan garantías de que el destinatario de esa mercancía es la oposición moderada al régimen de Bachar el Asad.
Para dar una oportunidad a la vía política que exploran Estados Unidos y Rusia, los ministros se comprometieron a no armar a los rebeldes sirios al menos hasta el 1 de agosto, pese a que el embargo expira el 1 de junio. En esos dos meses, los titulares de Exteriores analizarán los posibles avances de la negociación política y volverán a reunirse antes de decidirse a vender armas.
De momento, se trata de un acuerdo entre los titulares de Exteriores, sin el respaldo de la normativa comunitaria, pero al menos es unánime, algo que estuvo en duda durante toda la jornada.
España escenificó ayer por primera vez ante sus socios comunitarios el cambio de postura que ha realizado en las últimas semanas. En principio, la diplomacia española se situaba en el amplísimo grupo de gobernantes que consideraban muy peligrosa la opción de abrir la veda al envío de armas. La posibilidad de que ese material acabase en manos de los grupos más radicales disuadía a España de ir más allá. “La situación en Siria ha obligado a acelerar la solución del conflicto; hay un riesgo de implosión, de la desaparición de Siria como Estado”, argumentó el ministro español de Exteriores, José Manuel García Margallo, para explicar el giro.
El titular de Exteriores explicó que, de momento, el objetivo del levantamiento del embargo es “mandar un mensaje a Bachar el Asad”, pero que ni España ni el resto de socios van a enviar armas a la oposición. No obstante, el embargo ya ha sido suavizado en varias ocasiones, de forma que la UE puede suministrar material para protección civil, así como comprar y vender petróleo a los rebeldes.
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