Venezuela dio ayer martes un giro en su postura de los últimos días frente a las relaciones binacionales con Colombia, bajándole el tono a sus reiterados ataques a la institucionalidad nacional y reafirmando su respaldo al proceso de paz con las Farc.
En un discurso público, el presidente Nicolás Maduro aseguró que la aclaración de Colombia de no querer ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán) es un paso “positivo” que permite “mantener en carriladas” las relaciones.
Y agregó: “Llegará el momento en que nos tengamos que ver, presidente Santos, para conversar largamente, para establecer las bases de la relación y no dejar que nos vuelvan a descarrilar”.
Horas antes, el canciller Elías Jaua afirmó que el objetivo de terminar el conflicto colombiano –en el cual participa su gobierno como acompañante– está por encima de “las diferencias” que existan entre las dos países.
“Solamente queda el conflicto interno de Colombia y estamos empeñados, mucho más allá de las diferencias, de las situaciones de coyuntura, en lograr que ese último foco de violencia termine de erradicarse”, dijo el diplomático desde Caracas.
Estos pronunciamientos cobran relevancia por la tensión que existe entre Colombia y Venezuela, desatada tras el airado rechazo que Caracas expresó por la reunión que el pasado jueves sostuvo el presidente Juan Manuel Santos con el líder opositor Henrique Capriles, en la Casa de Nariño.
La molestia de la institucionalidad venezolana llegó al punto de que Maduro aseguró que iba a “evaluar” la participación de su país en el proceso de paz. Incluso, dijo que Santos, con dicho encuentro, “le clavó un puñal” a su país.
Bogotá no quiso caer en la “diplomacia de micrófonos” y se limitó a desmentir ese tipo de pronunciamientos y a ratificar que las diferencias que surjan se tratarán por los canales institucionales.
De hecho, al cierre de esta edición no se descartaba una reunión entre Jaua y la canciller María Ángela Holguín, en Guatemala, durante la Asamblea 43 de la OEA.
El cambio de tono de Venezuela fue bien recibido en distintos círculos. La internacionalista Socorro Ramírez dijo que “cualquier interferencia no solo le causa daño a Colombia sino a los propios vecinos y a la región”, porque la otra postura era “una especie de chantaje”.
Esto lo respaldó el exasesor de paz Víctor G. Ricardo, quien dijo que “es muy importante el acompañamiento de los países amigos”.
Contactos con Otán llevan más de 6 años
A pesar de la tormenta regional generada por el anuncio de que Colombia avanza en un acuerdo con la poderosa Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán), lo cierto es que los ‘coqueteos’ datan de hace más de 6 años y que países de la región, como Argentina y Chile, también han dado pasos similares sin que se haya desatado una reacción como la de los países del Alba.
Ayer martes, en EL TIEMPO, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, explicó que Colombia no puede ni quiere ser miembro de la Otán, pero que sí busca entrar al club de sus socios (21 en la actualidad). El acuerdo permitiría entrenamiento de tropas y formación, asesoría en derechos humanos y de justicia penal militar, entre otros.
La primera que le bajó el tono a la polémica fue la portavoz de la Otán, Carmen Romero, que en diálogo en La W Radio dijo que no veía ningún escándalo: “Las amenazas de seguridad que tenemos que afrontar hoy en día son amenazas globales y la Otán está trabajando desde hace muchos años con socios globales”.
Acto seguido, el presidente de Unasur, el venezolano Alí Rodríguez, afirmó: “Si no hay confirmación de que algún miembro desee incorporarse a la Otán, pues no hay mucho de qué preocuparse”, dijo.
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