Cuanto más se extiende la gripe aviar por el planeta, más riesgo hay de que entre en contacto con el virus de la gripe humana y surja una mutación virulenta con gran capacidad de contagio entre personas. Ése es un riesgo del que los científicos vienen advirtiendo desde hace semanas, pero nadie se atreve a concretar en qué plazo puede hacerse realidad. Precisamente porque la amenaza es preocupante, conviene no dejarse llevar por el alarmismo y quemar etapas antes de tiempo, porque una respuesta compulsiva y poco meditada puede dar lugar a errores que al final contribuyan al desastre. De momento, la gripe aviar es un problema veterinario y todos los esfuerzos deben dirigirse prioritariamente a tratar de frenar la expansión del virus en los animales. Cuanta mayor sea la contención de la epidemia en las granjas, menor será el riesgo de que mute. En este punto deben redoblarse la vigilancia permanente de la situación y los controles rigurosos para evitar el trasiego de animales que pudieran estar infectados. Puesto que las aves migratorias pueden llevar el virus a países con pobres sistemas de control y escasos medios de actuación, lo mejor que pueden hacer los países desarrollados es arbitrar medidas para ayudar a controlar la epidemia aviar allí donde se compruebe que llega.
Fuente: Editorial diario El País de España
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