El desinterés por el Congreso, del que desconfían más del 95 por ciento de los ecuatorianos, muestra el desencanto con los políticos y se plasma en la ausencia de sondeos sobre su composición tras los comicios del próximo 15 de octubre. Las más importantes empresas encuestadoras de Ecuador mencionan que no han hecho sondeos para determinar la posible composición del futuro Parlamento, ya que sus clientes no se los han encargado, pese al poder de la Cámara que, aunque suele estar muy fragmentada, puede poner coto a las iniciativas presidenciales.
Las encuestadoras se han centrado en los candidatos a la Presidencia, y los resultados de las dos últimas semanas sólo los han enviado a sus "abonados privilegiados", en palabras del director de una de ellas, pues los estudios no se pueden publicar en el país desde 20 días antes de las elecciones. Un analista de una institución del Estado Ecuatoriano, que pidió que no se revelase su identidad, apuntó que, según sus registros, que no han podido ser contrastados con otros, la Izquierda Democrática (ID), que es la segunda fuerza del país, superaría en el Parlamento al Partido Social Cristiano (PSC), ahora la primera. Tras estos dos estarían el Partido Renovador Institucional de Acción Nacional (PRIAN), montado por el multimillonario bananero Alvaro Noboa; el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), que encabeza desde el exilio en Panamá el ex presidente destituido Abdalá Bucaram, y el Partido Sociedad Patriótica (PSP), del también ex gobernante derrocado Lucio Gutiérrez.
Muy por detrás vendrían la organización indígena Pachakutik y el Partido Socialista Ecuatoriano (PSE), además de alrededor de una docena de movimientos minoritarios, que formarían parte del fragmentado y desprestigiado Congreso de 100 diputados, al que algunas encuestas le dan un apoyo ciudadano del 2 por ciento. La duda hora son los votos válidos que habrá en la elección de diputados, ya que, aunque el sufragio es bligatorio en Ecuador, los ciudadanos tienen la posibilidad de votar blanco o nulo, que es lo que han pedido algunos movimientos sociales y políticos. De tener un número muy bajo de votos válidos, el Congreso estaría en apuros si gana alguno de los candidatos presidenciales que ha basado su campaña en cambios esenciales en el sistema representativo, sobre todo si vence el izquierdista Rafael Correa, que ha anunciado la convocatoria de una Asamblea Constituyente. El grupo de Correa, Alianza País, que se muestra seguro de su triunfo, no ha presentado andidatos al Congreso, cuya opinión no considera relevante para convocar una Constituyente que redacte una nueva Carta Magna en busca de un cambio radical en las instituciones del Estado. En cualquier caso, quien sea elegido presidente habrá de negociar con el Congreso, o al menos con los grupos de poder político y económico que lo respaldan, para gobernar y no sufrir las maniobras de desestabilización que han acabado irregularmente con los tres últimos gobernantes salidos de las urnas. Según el analista del Estado citado, para poder avanzar en una reforma política, el presidente, en especial si es elegido Correa, enfrentado radicalmente al Congreso y a poderosas fuerzas económicas, "tendrá que llamar al diálogo a los dueños del circo, pues no le servirá hablar con los payasos".
El presidente tendría que entenderse con los que representan a las fuerzas económicas hegemónicas de las regiones Sierra y Costa, que manipulan las fuerzas políticas. Si gana Correa, hasta ahora favorito, tendría que adoptar posturas más flexibles de las que ha planteado en su campaña para poder negociar, o se encontraría enfrentado a una potencia económica y política muy difícil de superar. En ese punto, Correa tendría que ver la postura de los militares, que en la destitución de los tres últimos presidentes han sido determinantes, pues su caída se produjo después de que perdieran el apoyo de las Fuerzas Armadas. Para él, las posturas de las Fuerzas Armadas podrían ser, o reclamar al presidente que solucione los conflictos políticos sin implicarlas o darle ciertas recomendaciones para garantizar la gobernabilidad. "La menos probable es el apoyo incondicional", dijo, al admitir que "alguna postura tendrán que tomar", pese a que la Constitución ecuatoriana señala que las Fuerzas Armadas no son deliberantes y que su jefe supremo es el Presidente de la República.
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