Ahora las cosas han ido lejos. Los cabildos abiertos realizados ayer en Cobija, Trinidad, Santa Cruz y Tarija han ratificado la decisión de esos departamentos de no aceptar la fórmula de votación que el Gobierno quiere aplicar en la Constituyente y de exigir, una vez más, que se aplique el régimen autonómico en el país, según el resultado obtenido en cada departamento en el último referéndum.
La jornada de ayer dejó varios mensajes. Y más allá de que se bajó el tono y se hayan deslizado discursos que pregonaron la preservación de la unidad territorial del país y de la necesidad de seguir aportando a la “patria grande”, en Bolivia existe confrontación. Por un lado, los autonomistas y francos opositores al Gobierno, con el que no ahorraron calificativos; y, por otro, los que se abrigan del Estado central y simpatizan y siguen al Gobierno.
Cómo negar semejante evidencia, más cuando existen señales de una descomposición social grande entre bandos opuestos. Y para muestra está el enfrentamiento en San Julián.
El presidente de la República, Evo Morales, aunque tuvo declaraciones contradictorias, primero en Sucre, al mantener su discurso beligerante contra Santa Cruz, no le quedó otra, horas más tarde —ante las multitudinarias concentraciones en el oriente y en Tarija—, que terminar felicitando a los dirigentes cruceños por sus discursos. Eso sí reiterando, una vez más, que la posición de su partido dentro de la Asamblea Constituyente sigue siendo la misma: mayoría absoluta, con fórmula mixta.
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