Presionado para tomar un nuevo rumbo en la impopular guerra de Irak, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, inició ayer una reestructuración del equipo de altos responsables diplomáticos y militares a cargo de las operaciones en el país ocupado, en vísperas del esperado anuncio de cambio de estrategia en el conflicto. Bush designó al hasta ayer encargado de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, John Negroponte, subsecretario del Departamento de Estado, un puesto clave vacante desde julio del año pasado. En tanto, el Pentágono anunció el reemplazo de los generales estadounidenses a cargo en Irak y en el crucial Comando Central de Medio Oriente, George Casey y John Abizaid, respectivamente.
Los cambios se producen en momentos en que los líderes de la mayoría demócrata en el Congreso solicitaron a Bush que no se envíe más tropas a Irak, como se espera que el mandatario anuncie la próxima semana como parte de la nueva estrategia. "Le pedí a John Negroponte ocupar esta vital posición en este crucial momento", dijo Bush, acentuando la responsabilidad del flamante número dos de la diplomacia norteamericana para ayudar a que el país "hable al mundo con una voz". La transferencia de Negroponte hacia un puesto aparentemente de menor importancia se explica por la necesidad de Bush de contar en el Departamento de Estado con un experto en la situación de Irak, donde el flamante subsecretario fue embajador tras el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein.
Bush también anunció que eligió al vicealmirante Michael McConnell para el cargo de director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, en reemplazo de Negroponte. "Mike me informará directamente a mí. Confío en que me dará la mejor información y análisis de inteligencia sobre Estados Unidos que la comunidad pueda tener", dijo el presidente.
Los servicios de inteligencia norteamericanos fueron el blanco de duras críticas tras revelarse falsos los dos principales motivos que justificaron la invasión de Irak: la supuesta existencia de armas de destrucción masiva y los presuntos vínculos entre Bagdad y la red terrorista Al-Qaeda. "Es vital que ellos [los nominados] asuman con prontitud sus responsabilidades", dijo Bush en un mensaje en alusión a la ratificación que debe aún hacer el Senado. "Espero que sean confirmados lo antes posible."
A pesar de estos cambios, el mandatario no modificó al resto de su equipo de colaboradores en Seguridad Nacional, conformado por el vicepresidente Dick Cheney, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el consejero en Seguridad Nacional, Stephen Hadley.
Reestructuración militar
Por su parte, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, declaró ayer que recomendará que el general Casey, actual comandante de las fuerzas multinacionales en Irak, sea reemplazado por el teniente general David Petraeus, al que calificó como "un experto en tácticas de guerra irregulares y en operaciones de estabilidad". En el marco de esta reestructuración general del equipo a cargo de la guerra en Irak, también se irá el general Abizaid, responsable de las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente, quien será sustituido por el almirante William Fallon, actual jefe de las fuerzas norteamericanas en el Pacífico.
En el frente diplomático, el recambio convertirá al actual embajador en Bagdad, Zalmay Khalilzad, en el nuevo embajador de Estados Unidos ante la ONU, tras el fracaso de la nominación de John Bolton. Para la representación en la capital iraquí el elegido es Ryan Crocker, actual embajador en Paquistán, un diplomático que habla fluidamente la lengua árabe.
La reorganización -que comenzó con la renuncia del entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld tras la derrota electoral de los republicanos en noviembre- se registra días antes de que Bush revele nuevos proyectos políticos, militares y económicos para ganar la criticada guerra en Irak. Según algunas fuentes, el mandatario, que enfrenta a un Congreso totalmente dominado por los demócratas y profundamente preocupado por su manejo de la guerra, evalúa un aumento provisional de hasta 20.000 soldados, que se sumarían a los 140.000 ya presentes en Irak. La medida fue criticada por la oposición demócrata.
En una carta enviada a la Casa Blanca, la flamante presidenta de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, y el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, "urgieron" al presidente a desistir del envío de más tropas. Ambos afirmaron que "no hay una solución puramente militar para Irak, sólo una solución política". "El pueblo estadounidense demostró en las elecciones de noviembre que no cree que su actual política para Irak vaya a conducirnos al éxito y que necesitamos un cambio de dirección por el bien de nuestras tropas y del pueblo iraquí", afirmaron.
Los cambios se producen en momentos en que los líderes de la mayoría demócrata en el Congreso solicitaron a Bush que no se envíe más tropas a Irak, como se espera que el mandatario anuncie la próxima semana como parte de la nueva estrategia. "Le pedí a John Negroponte ocupar esta vital posición en este crucial momento", dijo Bush, acentuando la responsabilidad del flamante número dos de la diplomacia norteamericana para ayudar a que el país "hable al mundo con una voz". La transferencia de Negroponte hacia un puesto aparentemente de menor importancia se explica por la necesidad de Bush de contar en el Departamento de Estado con un experto en la situación de Irak, donde el flamante subsecretario fue embajador tras el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein.
Bush también anunció que eligió al vicealmirante Michael McConnell para el cargo de director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, en reemplazo de Negroponte. "Mike me informará directamente a mí. Confío en que me dará la mejor información y análisis de inteligencia sobre Estados Unidos que la comunidad pueda tener", dijo el presidente.
Los servicios de inteligencia norteamericanos fueron el blanco de duras críticas tras revelarse falsos los dos principales motivos que justificaron la invasión de Irak: la supuesta existencia de armas de destrucción masiva y los presuntos vínculos entre Bagdad y la red terrorista Al-Qaeda. "Es vital que ellos [los nominados] asuman con prontitud sus responsabilidades", dijo Bush en un mensaje en alusión a la ratificación que debe aún hacer el Senado. "Espero que sean confirmados lo antes posible."
A pesar de estos cambios, el mandatario no modificó al resto de su equipo de colaboradores en Seguridad Nacional, conformado por el vicepresidente Dick Cheney, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el consejero en Seguridad Nacional, Stephen Hadley.
Reestructuración militar
Por su parte, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, declaró ayer que recomendará que el general Casey, actual comandante de las fuerzas multinacionales en Irak, sea reemplazado por el teniente general David Petraeus, al que calificó como "un experto en tácticas de guerra irregulares y en operaciones de estabilidad". En el marco de esta reestructuración general del equipo a cargo de la guerra en Irak, también se irá el general Abizaid, responsable de las fuerzas estadounidenses en Medio Oriente, quien será sustituido por el almirante William Fallon, actual jefe de las fuerzas norteamericanas en el Pacífico.
En el frente diplomático, el recambio convertirá al actual embajador en Bagdad, Zalmay Khalilzad, en el nuevo embajador de Estados Unidos ante la ONU, tras el fracaso de la nominación de John Bolton. Para la representación en la capital iraquí el elegido es Ryan Crocker, actual embajador en Paquistán, un diplomático que habla fluidamente la lengua árabe.
La reorganización -que comenzó con la renuncia del entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld tras la derrota electoral de los republicanos en noviembre- se registra días antes de que Bush revele nuevos proyectos políticos, militares y económicos para ganar la criticada guerra en Irak. Según algunas fuentes, el mandatario, que enfrenta a un Congreso totalmente dominado por los demócratas y profundamente preocupado por su manejo de la guerra, evalúa un aumento provisional de hasta 20.000 soldados, que se sumarían a los 140.000 ya presentes en Irak. La medida fue criticada por la oposición demócrata.
En una carta enviada a la Casa Blanca, la flamante presidenta de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, y el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, "urgieron" al presidente a desistir del envío de más tropas. Ambos afirmaron que "no hay una solución puramente militar para Irak, sólo una solución política". "El pueblo estadounidense demostró en las elecciones de noviembre que no cree que su actual política para Irak vaya a conducirnos al éxito y que necesitamos un cambio de dirección por el bien de nuestras tropas y del pueblo iraquí", afirmaron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario