Si el presidente George W. Bush ordenara el envío de miles de efectivos más a Irak, esto podría volver a los iraquíes más dependientes que nunca de las fuerzas estadounidenses, que a su vez podrían sufrir más bajas, sin la menor seguridad de poder evitar una guerra civil declarada. Mientras Bush medita su nueva estrategia, los partidarios de elevar el número de efectivos sostienen que ese paso es la solución más segura, a pesar de los costos mayores y los potenciales riesgos. Dicen que es posible, no es excesivamente costoso y acaso es la última oportunidad para rescatar una campaña bélica después de cuatro años y 3000 muertes estadounidenses.
Resta explicar qué se lograría al sumar varios miles de soldados a los 140.000 que ya se encuentran en Irak y cómo esto afectaría una ardua guerra de guerrillas que, según reconoce Washington, no se puede ganar mediante la sola fuerza militar.
La idea sería usar las fuerzas adicionales para crear cierta seguridad en Bagdad, escenario de ataques diarios de los insurgentes y las sectas religiosas. Con ello, las fuerzas iraquíes podrían limpiar y dominar ciertos vecindarios. Este enfoque, de tener éxito, sería el primer paso hacia la creación de condiciones que permitirían un empleo más eficiente de los fondos para la reconstrucción y la creación de empleos. Esto reforzaría, a su vez, las perspectivas de estabilidad política.
Las fuerzas armadas han propuesto a Bush un incremento modesto de los efectivos: unos 9000 en los próximos meses y una cifra similar a mediados de año. La mayoría iría a Bagdad, el campo de batalla crucial; otros podrían ir a la provincia de Anbar, principal teatro de la insurgencia sunnita.
Continue leyendo el artículo del diario argentino La Nación de Buenos Aires
Resta explicar qué se lograría al sumar varios miles de soldados a los 140.000 que ya se encuentran en Irak y cómo esto afectaría una ardua guerra de guerrillas que, según reconoce Washington, no se puede ganar mediante la sola fuerza militar.
La idea sería usar las fuerzas adicionales para crear cierta seguridad en Bagdad, escenario de ataques diarios de los insurgentes y las sectas religiosas. Con ello, las fuerzas iraquíes podrían limpiar y dominar ciertos vecindarios. Este enfoque, de tener éxito, sería el primer paso hacia la creación de condiciones que permitirían un empleo más eficiente de los fondos para la reconstrucción y la creación de empleos. Esto reforzaría, a su vez, las perspectivas de estabilidad política.
Las fuerzas armadas han propuesto a Bush un incremento modesto de los efectivos: unos 9000 en los próximos meses y una cifra similar a mediados de año. La mayoría iría a Bagdad, el campo de batalla crucial; otros podrían ir a la provincia de Anbar, principal teatro de la insurgencia sunnita.
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