Conocido por sus gestos amables y medidos, por su habilidad diplomática y por jamás levantar la voz, el número tres del Departamento de Estado, Nicholas Burns, miró a los ojos al embajador argentino José Octavio Bordón y le anticipó: “Lo siento, embajador”. Durante los 30 minutos siguientes le planteó, en público, el disgusto de Estados Unidos por el “desafortunado” acto que Hugo Chávez encabezó en Buenos Aires y le pidió más “coherencia” al gobierno argentino. La queja provocó la réplica inmediata: el canciller Jorge Taiana calificó de “inaceptables” los comentarios del funcionario norteamericano. “Lamento que ese acto se haya celebrado en Buenos Aires el mismo día en que nuestro presidente [George W. Bush] estuvo en Montevideo. No creo que haya sido lo correcto. Y lamento decírselo, señor embajador, pero ése es el sentimiento de nuestro gobierno”, afirmó Burns durante una conferencia organizada para que ofreciera el balance de la gira por América Latina.
Sin que mediara una pregunta sobre la "contra-gira" de Chávez, el hombre de mayor confianza de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, abrió un ida y vuelta que dominó el resto del acto, organizado por el Consejo de las Américas. El contrapunto comenzó cuando Burns abordó la escala de Bush en Uruguay. "Fue una visita extraordinariamente positiva", empezó. Miró a Bordón, sentado en primera fila, y describió el malestar oficial ante el acto bolivariano. Lo escuchaban unas 100 personas, entre diplomáticos de América latina, funcionarios del Departamento de Estado y del Congreso, académicos y periodistas. Burns mechó su planteo con elogios para Bordón y para el Gobierno: porque envía "la misma señal" que su país a Irán en el Organismo Internacional de Energía Atómica, por liderar en la región el control de las armas de destrucción masiva, por su aporte para estabilizar Haití y por sus esfuerzos por resolver los atentados contra la embajada israelí y la AMIA.
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