La fotografía de Fidel Castro y Gabriel García Márquez publicada en exclusiva por este diario- El Tiempo de Bogotá-, en la que se los ve conversando, de pie, ante un lugar que luce como un parque, es toda una lección de historia, de política y, también, por qué no, de literatura. Para empezar, la foto viene a poner fin a la prolongada especulación sobre la situación de Fidel Castro. Aunque se le había visto con su colega Hugo Chávez y hubo varios reportes de que el viejo líder se encontraba bien y estaba recuperándose, en estos meses lo que ha hecho carrera han sido las cábalas sobre su inminente deceso, sobre la sucesión del poder en Cuba y sobre el caos que eventualmente sobrevendría durante la transición, no bien el único timonel de la revolución cubana faltara.
Aunque el día menos pensado las cosas pueden cambiar para mal -Fidel está viejo y aún no se recupera del todo de la seria dolencia que lo llevó a dejar el poder a su hermano Raúl hace unos meses-, el hecho es que el viejo zorro parece, por ahora, salirse con la suya y defraudar, una vez más, a sus muchos enemigos en Miami y Estados Unidos. El propio García Márquez dijo que, cuando lo visitó, el pasado día 12, habían caminado juntos 'kilómetros'. Más allá de las obvias necesidades propagandísticas del régimen cubano respecto a la salud de su jefe, esta fotografía apunta a que, en efecto, Fidel Castro estaría ahora mejor, no peor, y más lejos, no más cerca, de la muerte.
Toda una lección de política, para quienes, en Miami, poco más o menos alistaban maletas para volver victoriosos a la isla. Y una muestra de los vericuetos de la historia, de la cual el líder cubano se resiste, al parecer con éxito hasta ahora, a salir. A la vez, no deja de ser una interesante confluencia de circunstancias que sea precisamente Gabo el vehículo para hacer esto público. Ambos son amigos. Ambos son, a su modo, patriarcas en el otoño de sus vidas (tienen 80 años con escasos meses de diferencia), el uno en la literatura, el otro en el poder. Y parece más propio de la literatura que de la realidad que justamente quien escribió El otoño del patriarca pase su cumpleaños poniendo en claro a ojos del mundo que un hombre que parece salido de esas páginas a la realidad de Cuba está vivo, 'alentado' y riéndose de quienes, con más deseo que realismo, lo estaban borrando de la escena.
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