sábado, marzo 03, 2007

Irak: Resultados mitigados de campaña de seguridad mientras gobierno pierde apoyos

La violencia entre chiítas y sunitas se ha mitigado levemente durante las casi tres semanas que dura la campaña de seguridad en Irak, pero estos resultados no han impedido al gobierno de Nuri al Maliki perder la confianza de uno de sus principales aliados. Así, Al Maliki aún no ha empezado a cosechar los frutos del plan de seguridad "Aplicamos la Ley" cuando ya el barco de su gobierno empieza a hacer agua. El ex primer ministro iraquí Iyad Alawi, chií laico, ha amenazado con retirar a sus cinco ministros si el gobierno de Al Maliki continúa con unas políticas que su partido (la "Lista Iraquí"), ha calificado de "sectarias". "La situación en Irak presenta un rápido deterioro en todos los niveles... Esta situación requiere la adopción de pasos urgentes para salvar el país y restaurar una vida normal", declaró el dirigente político en un comunicado divulgado esta semana.

Alawi añade en la nota que su partido, la Lista Iraquí "se ve obligada a no seguir formando parte del ejecutivo debido a la hegemonía sectaria que impera en él" pero, pese a lo rotundo de esta declaración, aún no ha dado el paso expreso de abandonar el gabinete. Esta es la crítica más abierta expresada por un dirigente chií contra el ejecutivo del también chiíta Al Maliki, que formó su gobierno en mayo de 2005, y refleja el descontento que las políticas del primer ministro generan no solo entre los suníes, sino también entre los chiítas laicos. Estos últimos, igual que los sunitas, acusan a Al Maliki de practicar políticas que claramente favorecen a la población chiíta en detrimento de la suní, y -lo que es más grave- de cerrar los ojos ante la violencia sectaria practicada por las milicias chiítas.

Sin embargo, y para comprender lo delicado de la situación de Al Maliki, otro aliado clave suyo, el clérigo radical Muqtada al Sadr -que tiene a tres ministros en el gobierno- también se está distanciando progresivamente, descontento por no poder romper la alianza entre jefe del gobierno y los Estados Unidos. Muqtada al Sadr nunca ha ocultado su deseo de hacer salir a las tropas estadounidenses de Irak, pero hasta ahora no ha logrado embarcar al responsable del gobierno en sus planes.

Así pues, Al Maliki se encuentra entre la espada y la pared, y cualquier rumbo que tome le enajenará un apoyo que es necesario para asegurar su estabilidad parlamentaria y la continuidad de sus políticas. El plan de seguridad "Aplicamos la Ley", uno de sus proyectos más publicitados, lleva ya 18 días en funcionamiento, y puede decirse que ha disminuido el número de muertos en total, pero la explosión de coches-bomba continúa como un goteo y la violencia interreligiosa no ha cesado. Es cierto que la ciudad de Bagdad ha ganado cierta estabilidad, pero ahora la violencia se ha desplazado a provincias como Diyala (al noreste) o Babel (al sur), ambas donde conviven entre grandes tensiones chiítas y sunitas.

El último episodio, el secuestro y asesinato de 14 policías de élite por un grupo radical suní el viernes, muestra hasta qué punto la tensión religiosa es muy alta. Los secuestradores actuaron en venganza por la actitud de Al Maliki en el caso de la violación de una mujer suní el pasado 18 de febrero por tres oficiales chiítas del ejército, un suceso que originó un escándalo nacional. Al Maliki anunció en un principio que investigaría el caso y 24 horas después, con una rapidez inusitada, exculpó a los sospechosos y les ofreció además un homenaje de desagravio, hecho que fue percibido como una humillación entre la población sunita. Al Maliki perdió de nuevo una ocasión de oro para haber mostrado un talante un poco más conciliador con sus compatriotas sunitas.

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