El dolor que invadió Brasil por la tragedia del avión de TAM, que dejó más de 200 muertos –fue el mayor accidente aéreo de la historia en América latina–, se transformó ayer en indignación: la opinión pública y la oposición reclamaron al gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva el fin del caos en el sistema de aviación y exigieron la renuncia de los responsables de haber creado un “infierno aéreo” en el país. El fatídico Airbus 320 que después de aterrizar en el aeropuerto paulista de Congonhas se despistó, cruzó una avenida y se estrelló contra un depósito de combustible y una estación de servicio llevaba entre sus pasajeros al argentino Alejandro Camozzi (31 años), que, como todas las personas que estaban a bordo, murió. El siniestro, probablemente provocado por la falta de drenaje del agua de lluvia en la pista, le costó la vida a las 186 personas que viajaban en el avión de TAM (162 pasajeros, 18 empleados de la empresa y seis tripulantes), así como a una cifra aún desconocida de personas que se encontraban en tierra. En momentos en que los socorristas aún retiraban los últimos cuerpos carbonizados y se abría la investigación oficial para aclarar qué es lo que sucedió y por qué el piloto, después de llegar al final de la pista de aterrizaje, se vio obligado a intentar un nuevo y fallido intento de despegue que terminó en tragedia, comenzaron a llover sobre el gobierno las críticas. En 10 meses hubo dos accidentes con 360 muertos en total, atrasos enormes que se volvieron rutina, motines de controladores, derrapes de aviones, falta de comando en el Ministerio de Defensa e intercambio de acusaciones entre los organismos que deberían gestionar el sistema de aviación. La crisis ya es conocida como "el apagón aéreo".
La oposición a Lula, que perdió a uno de sus dirigentes en el accidente -el diputado de Río Grande do Sul Julio Redecker, del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB)-, subió el tono de sus críticas. El senador Arthur Virgilio, del mismo partido que Redecker y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, calificó el accidente como el resultado de una "incompetencia gerencial y corrupción". En tanto, Cezar Britto, presidente del influyente Colegio de Abogados de Brasil (OAB, por sus siglas en portugués), pidió "el despido inmediato de todos los que están involucrados en la mala gestión del espacio aéreo brasileño". Según Britto, el accidente de Gol en septiembre "levantó el velo del infierno aéreo en que vivíamos".
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires


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