Cuando faltan poco menos de 12 meses para que deje la Casa Blanca, el presidente George W. Bush aprovechó anoche su último discurso anual sobre el Estado de la Unión para cincelar lo que podría pasar a la historia como su "legado". Se comprometió a luchar por la recuperación económica del país, a controlar a Irán y a mantener a Al-Qaeda "en retirada", como afirmó que ya ocurre en Irak, a casi cinco años del inicio de su cuestionada guerra, de la que, anticipó, no replegará tropas. "En las cocinas a lo largo de nuestro país hay preocupación por nuestro futuro económico. En el largo plazo, los estadounidenses pueden estar confiados sobre nuestro crecimiento", afirmó ante el Congreso, entre los aplausos de los republicanos y el silencio respetuoso de los demócratas, y enmarcado por una enorme bandera norteamericana.
Como cada año tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, Bush también dedicó un largo tramo del tradicional mensaje a la "guerra contra el terrorismo" y le dirigió una advertencia directa al régimen de Teherán, en línea con su recordado discurso de 2002 en el que lo incluyó, junto con Irak y Corea del Norte, en un "eje del mal". "Dejen en claro cuáles son sus intenciones nucleares y sus acciones pasadas, detengan la opresión interna y terminen con su apoyo al terrorismo en el exterior", demandó. "Pero sobre todo, sepan esto: Estados Unidos confrontará a quienes amenacen a nuestras tropas. Permaneceremos junto a nuestros aliados y defenderemos nuestros intereses vitales en el Golfo Pérsico", anticipó.
La alusión de Bush a Teherán abrió otro capítulo en la complicada relación entre ambos países, que intercambian acusaciones sobre la presencia de iraníes en Irak, entrenando y armando a la insurgencia, y sobre los presuntos planes de Washington para "desestabilizar" a los líderes iraníes. Eso se combinó en los últimos meses con incidentes reiterados entre buques de guerra y lanchas de ambos países en el Golfo.
Bush también celebró los avances observados en Irak desde que ordenó el despliegue de más tropas bajo el mando del general David Petraeus, pero se cuidó de anunciar una futura retirada, una ambición del Congreso bajo mayoría demócrata que tampoco llegó a ninguna parte durante 2007.
Para el mandatario, sin embargo, quizás el mayor desafío que enfrentará hasta que se despida del Salón Oval, en enero de 2009, será conservar su relevancia, tras siete años de desgaste. Es visto hoy como un "pato rengo", según la jerga política norteamericana, en momentos en que la carrera por sucederlo acapara la atención del país y ninguno de los postulantes republicanos lo defiende, ni mucho menos quiere su padrinazgo. Prefieren invocar a Ronald Reagan.
"Comprendemos la situación en la que nos encontramos. Los candidatos van a acaparar el escenario", reconoció el consejero presidencial Ed Gillespie, que estimó que esa situación alcanzará su cúspide a mediados de año, cuando el Congreso entrará en un virtual receso antes de las elecciones.
Continue leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires
Como cada año tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, Bush también dedicó un largo tramo del tradicional mensaje a la "guerra contra el terrorismo" y le dirigió una advertencia directa al régimen de Teherán, en línea con su recordado discurso de 2002 en el que lo incluyó, junto con Irak y Corea del Norte, en un "eje del mal". "Dejen en claro cuáles son sus intenciones nucleares y sus acciones pasadas, detengan la opresión interna y terminen con su apoyo al terrorismo en el exterior", demandó. "Pero sobre todo, sepan esto: Estados Unidos confrontará a quienes amenacen a nuestras tropas. Permaneceremos junto a nuestros aliados y defenderemos nuestros intereses vitales en el Golfo Pérsico", anticipó.
La alusión de Bush a Teherán abrió otro capítulo en la complicada relación entre ambos países, que intercambian acusaciones sobre la presencia de iraníes en Irak, entrenando y armando a la insurgencia, y sobre los presuntos planes de Washington para "desestabilizar" a los líderes iraníes. Eso se combinó en los últimos meses con incidentes reiterados entre buques de guerra y lanchas de ambos países en el Golfo.
Bush también celebró los avances observados en Irak desde que ordenó el despliegue de más tropas bajo el mando del general David Petraeus, pero se cuidó de anunciar una futura retirada, una ambición del Congreso bajo mayoría demócrata que tampoco llegó a ninguna parte durante 2007.
Para el mandatario, sin embargo, quizás el mayor desafío que enfrentará hasta que se despida del Salón Oval, en enero de 2009, será conservar su relevancia, tras siete años de desgaste. Es visto hoy como un "pato rengo", según la jerga política norteamericana, en momentos en que la carrera por sucederlo acapara la atención del país y ninguno de los postulantes republicanos lo defiende, ni mucho menos quiere su padrinazgo. Prefieren invocar a Ronald Reagan.
"Comprendemos la situación en la que nos encontramos. Los candidatos van a acaparar el escenario", reconoció el consejero presidencial Ed Gillespie, que estimó que esa situación alcanzará su cúspide a mediados de año, cuando el Congreso entrará en un virtual receso antes de las elecciones.
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