Consuelo González de Perdomo pisó el viernes su casa por primera vez en seis años y cuatro meses. Una casa colonial de techos enormes y patio con porche cuajado de plantas en Pitalito, un pueblo cafetero de 120.000 habitantes. "Era la casa de los abuelos de mi esposo". Ayer visitó la tumba de su marido, quien falleció en 2003, durante su cautiverio. Por el patio corretea ahora una nieta rubia que nació mientras ella estaba en cautiverio.
Consuelo llegó en un avión fletado por el Gobierno. De no ser así, habría tenido que viajar 45 minutos en avión desde Bogotá a Neiva y desde allí, más de tres horas en auto hacia Pitalito. Fue en esa carretera donde la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la secuestraron justo un día antes de fue fuesen derribadas las Torres Gemelas, el 10 de septiembre de 2001. "Aún no me atrevo a pasar por ese sitio. He de volver a la normalidad poquito a poco".
Pregunta. Extrañó que usted no llorase en Caracas. Pero en cuanto pisó Pitalito se echó a llorar. ¿Qué se le pasó por la mente en uno y otro momento?
Respuesta. No sé cómo definir esos sentimientos. Sentí una alegría inmensa de volver a estar con mi mamá, con mis hermanas. Pero sentí también una tristeza inmensa por mis compañeras. Porque pensé que salíamos todos. Pensé que llegamos a Pitalito y los otros dos militares venían conmigo. Por eso pedí que me acompañaran en el carro con la mamá de ellos. Pensé que la vida tiene que darles esa oportunidad. Con uno compartí tres años y con otro seis. Ahora voy a compartir con sus familiares días enteros para contarles qué piensan ellos, cuáles son sus sueños...
P. ¿Quiénes fueron sus amigos durante el cautiverio?
R. Con quien más compartía era con el doctor Alan Jara y el capitán William Donato. El coronel Mendienta también colaboró mucho con sus voces de ánimo. Los vi por última vez el 20 de diciembre. Ya se podrán imaginar la alegría, pero también la tristeza que sentimos. William tiene una afección renal. Va a cumplir 10 años de secuestrado. Se le inflaman los tobillos, los pies, a veces sufre de una alergia que no se sabe qué le provoca.
P. Su aspecto es bueno. ¿Le dieron mejor comida antes de liberarla?
R. Tengo desnutrición, falta de calcio y un problema de tiroides que no tenía. Pero por lo demás estoy bien. Nos enteramos del gesto de las FARC en un comunicado el 17 de diciembre por la radio. Pero las FARC no nos lo notificó hasta el 20. A partir de ahí no hicimos sino caminar. Nunca fuimos tratados especialmente. Soy hipertensa, pero a veces sin síntoma. Tuve el medicamento por periodos. Tenía precauciones para no abusar de las harinas, en hacer mi caminata diaria de más de una hora. La angustia era permanente, pero los compañeros me decían que no me entristeciera porque se me elevaba la tensión.
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