Los dos desafiaron todas las predicciones y convencionalismos al imponerse con nitidez sobre los favorecidos por los establecimientos de los dos partidos. Lo de Huckabee fue una noticia que se destaca por sí sola. Pero fue el triunfo de Obama el que se robó la atención del mundo. De entrada, porque derrotó por ocho puntos a su principal rival, Hillary Clinton, pese a que su campaña fue cinco veces inferior en recursos, y desafiando la popularidad que viene gratis por ser la esposa de uno de los ex presidentes más exitosos de la historia reciente. A eso, sumar el apoyo irrestricto de la maquinaria demócrata. Más impresionante aún, porque hasta hace tres meses Hillary lo aventajaba en este mismo estado por 15, e inclusive, 20 puntos porcentuales.
Obama, dice el analista Billy Cristol, provocó un sismo raramente visto: "En gran parte su triunfo se debe al apoyo que le brindó la gente joven, los independientes y personas que nunca antes había votado, pero que participaron, gracias a su magia". De hecho, el parte electoral entre demócratas duplicó el número de participantes que se había registrado en el 2004. Pero el hecho más novedoso fue el elemento racial. Un afroamericano con posibilidades reales de llegar a la Casa Blanca. Algo que no había sucedido antes en la historia de un país marcado por el racismo y la discriminación. 'Y dijeron que no iba a suceder' De allí la frase de Obama en los albores de su victoria: "Y dijeron que esto nunca iba a suceder". Victoria que le debió generar una satisfacción doble pues la logró en un estado cuya población es un 92 por ciento blanca y donde los afroamericanos no son ni el 3 por ciento del restante.
"Un negro con nombre peligroso destrozó a sus oponentes en un estado blanco. Y lo logró porque la gente en Iowa dejó de ver su color y lo comenzó a reconocer por su carácter", escribía Joe Klein en la revista Time. Junto a la sorpresa de Obama llegaron otras dos. El segundo y decoroso lugar que obtuvo el ex senador John Edwards y el casi vergonzoso tercer lugar de Clinton. Edwards demuestra con ello que es un candidato viable y que dará mucho que hablar en lo que resta de la carrera. La derrota de Hillary, por su parte, demuestra que los estadounidenses -al menos los de Iowa- quieren hacer "borrón y cuenta nueva". Pese al arrastre que tiene por ser mujer -dice Kristol-, el público castigó su asocio con el establecimiento y favoreció la idea de la renovación.
Aún así, la carrera para Obama apenas comienza y está llena de obstáculos. En gran parte el abultado triunfo sobre Hillary se dio porque las leyes en Iowa permiten a los candidatos que obtengan menos de un 15 por ciento transferir su apoyo al rival de su predilección. Y en este caso, los cinco coleros -que entre todos habrían sumado 5 ó 6 por ciento- se fueron con el senador. Voto a voto Obama habría ganado, pero en 'fotofinish'.
'Rival a vencer'
Además, a partir de ahora será el 'rival a vencer'. Y eso significa que será blanco de duros ataques, como los que sufrió Hillary cuando encabezaba. También está la historia, que a veces pesa. En los últimos 40 años, solo la mitad de los candidatos que han ganado Iowa se ha convertido luego en el elegido del partido. Y de ellos solo uno, George W. Bush, ha llegado a la Casa Blanca. La próxima cita clave será el martes con la primarias de de New Hampshire.
Las encuestas indican que Obama y Hillary están empatados. Pero si Obama logra una segundo triunfo podría comenzar a rodar como una inatajable bola de nieve. Un rebrote de Hillary devolvería la incertidumbre al proceso.
De todas maneras, la carrera solo se resolverá -posiblemente- el martes 5 de febrero cuando más de 20 estados, entre ellos los gigantes California y Nueva York, vayan a las urnas. Ese día estarán en juego casi la mitad de los delegados que seleccionarán al candidato en la Convención Nacional de agosto.
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