lunes, marzo 17, 2008

Más allá del abrazo

La súbita resolución de la crisis diplomática entre Colombia y tres de sus vecinos en la cumbre del Grupo de Río hace diez días -que llega hoy a la reunión de cancilleres del hemisferio en la sede de la OEA en Washington, junto con las recomendaciones de la comisión que visitó la frontera colombo-ecuatoriana- no debería hacer perder de vista los grandes problemas de fondo que quedaron sin solución y pueden volver a perturbar en cualquier momento las relaciones entre Bogotá, Caracas, Quito y Managua.

Un ejemplo de esto es el decreto dictado el jueves pasado por el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, para declarar "zona especial de pesca industrial" -en la cual autorizó operar a los pescadores de su país- el espacio marítimo de 200 millas náuticas, que sobrepasaría hacia el este el meridiano 82, en aguas que Colombia reivindica como suyas.

El paso de Ortega es un desafío a Colombia y a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que, al fallar en diciembre sobre la demanda nicaragüense contra nuestro país, confirmó la validez del tratado que consagró en 1928 la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés y se declaró competente para dirimir el diferendo sobre el límite marítimo, pero no decidió sobre él. Por lo cual, mientras no lo haga, prevalecerá el statu quo vigente desde aquel año, en el que ambos países acordaron la frontera del meridiano 82. Así se lo dijo Uribe en la cumbre de Santo Domingo a Ortega y así, al parecer, lo había aceptado este con un apretón de manos. Hasta su decreto del jueves. Que muestra cómo, pese a los abrazos de los presidentes, los problemas de fondo siguen vigentes.

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El caso de las relaciones con Ecuador es todavía más complejo porque 'las paces' entre Uribe y Rafael Correa no fueron muy evidentes, como se vio en la televisión. El ceño adusto de Correa entonces se ha traducido en declaraciones posteriores según las cuales la normalización de relaciones tomará tiempo y que muestran que el daño hecho no ha sido suficientemente reparado, a juicio de Quito. Reclamos que, junto con la discusión sobre nexos entre el gobierno de Ecuador y las Farc, pueden saltar de nuevo en la cumbre de cancilleres.

Paradójicamente, mientras con Ecuador las cosas no dan señal de arreglarse, con Venezuela parecería todo lo contrario. Los dos presidentes hablaron 20 minutos por teléfono el jueves, con abundancia de promesas de mutua cooperación, y todo parece marchar como antes de la crisis.

No es esta la primera 'luna de miel' entre Chávez y Uribe luego de un choque (basta recordar el célebre caso Granda). Una percepción equivocada, que infortunadamente ha hecho carrera, es la de que todo se arregla por la 'química' entre los mandatarios. Algo peligroso, como lo mostró esta crisis, cuando se trata de ideologías y proyectos tan disímiles, o cuando está en juego la delicada cuestión de que un gobierno vecino da aire y margen de maniobra (en el más benévolo de los escenarios) a la guerrilla. Además, el peso desmedido de las personalidades presidenciales debilita las instituciones y canales diplomáticos y tiende a reemplazar, no de la mejor manera, la ausencia de política exterior.

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Hoy, sin hablar de la movida territorial de Nicaragua y otras medidas unilaterales que esta pueda seguir tomando, subsisten temas muy serios. Venezuela y Ecuador lucen convencidos de que Colombia está en el 'eje' de aquellos que, junto con Estados Unidos, creen que la lucha contra el terrorismo prevalece sobre principios tradicionales de soberanía territorial; en tanto que para Bogotá lo fundamental es el compromiso de sus vecinos de no dar ningún apoyo a las Farc y el Eln. Sobre una y otra cosa hay un acuerdo formal, que fue lo que permitió salir de la crisis en Santo Domingo: respeto a la soberanía y cero ayuda a grupos armados irregulares. Pero, para que la crisis quede realmente atrás, ese no es sino el primer paso.

Otro elemento central es el papel de Estados Unidos en la región. Aunque Uribe dijo que no demandará a Chávez ante la Corte Penal Internacional, los materiales encontrados en los computadores de 'Raúl Reyes' tienen ya una dinámica propia, más allá de nuestras fronteras. Además de los líos internos y el manejo que la oposición les está dando en Venezuela y Ecuador, la Interpol está verificando su autenticidad, y el FBI los estaría revisando también. Dos miembros del Congreso de E.U. han pedido a su gobierno incluir a Venezuela en la lista de Estados que respaldan el terrorismo. Un paso que, de llegar a darse, agudizaría la polarización política en las Américas.

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En su política exterior y en foros multilaterales como la cumbre de hoy, Colombia debe esforzarse por que se diferencien y manejen por separado los temas con Nicaragua, Ecuador y Venezuela. A la vez, debe ser consciente de que, con lo sucedido, la internacionalización del intercambio humanitario y de la solución del conflicto armado es una posibilidad, por ejemplo, por la vía -ya propuesta por otros- de un grupo de países que se ocupe del tema.

En cualquier caso, con Venezuela y Ecuador hay que buscar restablecer mecanismos como las Combifrom, impulsar la colaboración entre órganos militares y de inteligencia y reavivar los proyectos comunes y los nexos entre cancillerías. Por lo que se sabe, las recomendaciones que hará hoy la comisión de la OEA van, en parte, en esa dirección y pueden facilitar las cosas.

Hoy, todas las necesidades y tensiones llegan al paso siguiente: la cumbre de cancilleres de la OEA. Un escenario que, a diferencia de la cumbre de Río, no es del gusto de Chávez, Correa y Ortega, por la presencia de Estados Unidos.

Fuente: Editorial diario El Tiempo de Bogotá

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