viernes, junio 20, 2008

Crispación argentina

De los seis meses que Cristina Fernández lleva al frente de Argentina, los últimos tres están marcados por su conflicto con los agricultores, un choque que se mantiene vivo y que está socavando la credibilidad económica del país suramericano y decisivamente la imagen del Gobierno de los Kirchner. La popularidad de la presidenta ha caído 30 puntos desde febrero, hasta el 26% actual. Lo que comenzó siendo un enfrentamiento por un desmesurado aumento de impuestos a las exportaciones de granos ha derivado en la peor crisis política desde 2001. Está por verse si su única concesión hasta la fecha, que el Parlamento se pronuncie, tres meses después, sobre la oportunidad de la medida, sirve para apaciguar los ánimos.


La presidenta Fernández no sólo no practica el diálogo político que prometió en campaña electoral. Al amparo de la debilidad institucional argentina se enroca en posiciones altaneras y recurre a los más impresentables tics autoritarios del peronismo para contrarrestar el creciente malestar en la calle, ilustrado a comienzos de semana con una multitudinaria cacerolada popular. De este conocido repertorio del justicialismo, que ahora preside su marido, el ex jefe del Estado Néstor Kirchner, forman parte desde las recurrentes exhibiciones de fuerza en la plaza de Mayo hasta la burda manipulación que pretende que tras la sostenida y en ocasiones inadmisible protesta agropecuaria anida un golpe de Estado en ciernes. En una vitriólica y excepcional rueda de prensa, Kirchner se ha despachado contra periódicos, periodistas e instituciones económicas internacionales, un tótum revolútum culpable según él de favorecer la desestabilización argentina. Es el mensaje del miedo.

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