Coincidentemente, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica abogaron ayer por la necesidad del diálogo para zanjar la crisis política que aqueja al país; unas ofreciéndose inclusive a promoverlo el momento en que se vea oportuno, y la otra enfocando su parecer hacia después del referendo de este domingo.
Tocó al Comandante en Jefe y al Secretario General de la Conferencia Episcopal, en efecto, lanzar sus invocaciones por separado, un día después de la conflictiva conmemoración de la fundación de la República y durante la parada realizada en esta ciudad para recordar la creación del Ejército nacional, ocasión en la cual la autoridad militar ratificó, asimismo, tanto el respeto institucional a la Constitución Política del Estado, como su respaldo a la estabilidad del régimen legalmente constituido.
Es de suponer que las dos instancias son resultado de las horas cruciales por las que atraviesa la nación, atentos los brotes de intemperancia en al menos cinco departamentos, por causas que van desde el reclamo para la restitución de cuotas del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, hasta la demanda de una nueva ley de pensiones y un bono para los discapacitados, aparte, claro está, del afianzamiento de las autonomías regionales y la crítica a la mencionada consulta, conjunto de motivaciones que a su vez genera confrontación y violencia.
La Iglesia Católica no sólo había fungido en varias ocasiones de mediadora en el ya largo conflicto interno, sino que sus buenos oficios para la búsqueda del entendimiento entre las facciones en pugna, son permanentes, a pesar de haber sido marginada por las autoridades gubernamentales de manera reiterativa.
La cúpula de las Fuerzas Armadas, en cambio, se mantenía al margen de las diferencias entre la administración del Movimiento al Socialismo y la oposición, aunque ubicada tan cerca de la primera que no pudo evitar sindicaciones públicas de que intercambiaba su lealtad con prebendas. Nadie en su sano juicio, desde luego, desecharía el diálogo como medio adecuado
Siga leyendo el editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
Tocó al Comandante en Jefe y al Secretario General de la Conferencia Episcopal, en efecto, lanzar sus invocaciones por separado, un día después de la conflictiva conmemoración de la fundación de la República y durante la parada realizada en esta ciudad para recordar la creación del Ejército nacional, ocasión en la cual la autoridad militar ratificó, asimismo, tanto el respeto institucional a la Constitución Política del Estado, como su respaldo a la estabilidad del régimen legalmente constituido.
Es de suponer que las dos instancias son resultado de las horas cruciales por las que atraviesa la nación, atentos los brotes de intemperancia en al menos cinco departamentos, por causas que van desde el reclamo para la restitución de cuotas del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, hasta la demanda de una nueva ley de pensiones y un bono para los discapacitados, aparte, claro está, del afianzamiento de las autonomías regionales y la crítica a la mencionada consulta, conjunto de motivaciones que a su vez genera confrontación y violencia.
La Iglesia Católica no sólo había fungido en varias ocasiones de mediadora en el ya largo conflicto interno, sino que sus buenos oficios para la búsqueda del entendimiento entre las facciones en pugna, son permanentes, a pesar de haber sido marginada por las autoridades gubernamentales de manera reiterativa.
La cúpula de las Fuerzas Armadas, en cambio, se mantenía al margen de las diferencias entre la administración del Movimiento al Socialismo y la oposición, aunque ubicada tan cerca de la primera que no pudo evitar sindicaciones públicas de que intercambiaba su lealtad con prebendas. Nadie en su sano juicio, desde luego, desecharía el diálogo como medio adecuado
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