martes, septiembre 23, 2008

La crisis inquieta a los consumidores norteamericanos

En la esquina de las calles F y 13 en Washington, el senegalés Fallou Fal intenta vender flores mientras el mercado financiero se hunde y reflota en Wall Street. Lleva cinco años en el mismo puesto, pero en estos días poca gente se acerca a comprar rosas o margaritas. Las flores son bonitas, pero efímeras. Un gasto prescindible en época de crisis. "He notado cómo ha ido bajando el negocio durante todo el último año", dice el vendedor. "Con todo lo que está pasando estos días, no tengo mucha confianza en que la situación se vaya a arreglar".

A su alrededor, las personas que pasean por esta zona comercial de la capital de Estados Unidos repiten una misma idea: "No es tiempo de derrochar". Y no tienen muy claro cuál es la mejor opción electoral para salir del atolladero en el que está metido el país.

Hasta hace una semana el eje de la campaña electoral era la controvertida candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin. Tras el derrumbe de Wall Street, los votantes, preocupados, se están mirando el bolsillo. El 48% de los estadounidenses piensa ahora que la economía es una prioridad a la hora de votar, frente al 14%, que considera que es el terrorismo o la seguridad nacional, según la última encuesta del diario The New York Times y la cadena CBS, publicada el pasado 17 de septiembre. Casi ocho de cada diez creen que la situación económica del país es "mala" o "muy mala". En la calle, nadie tiene claro qué es lo que puede pasar a largo plazo aunque el Congreso apruebe el plan de rescate propuesto por el presidente Bush de inyectar 700.000 millones de dólares (480.000 millones de euros) en el mercado financiero para evitar su colapso.

El gran efecto inmediato que puede tener esta crisis en los consumidores no es tanto económico como psicológico. "En este ambiente, muchos pueden optar por dejar de comprar", explica Carroll Doherty, director asociado del Pew Reserach Center de Washington. "Y al final, lo que puede suceder es que sean los mismos consumidores los que creen la recesión y provoquen cierres de negocios y pérdida de empleo". La economía del país descansa en gran medida en el gasto de los ciudadanos.

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