Para una comparación objetiva con la situación económica que el presidente Clinton dejó al presidente Bush en el 2001 habría que tener en cuenta el efecto que los atentados del 11-S tuvieron en la economía norteamericana. Pero, aun descontando este episodio y sus consecuencias, que no son imputables al presidente, podemos afirmar que la herencia que Bush deja al presidente Obama es realmente lamentable. Al final del 2000, el Gobierno federal tenía un excedente fiscal de 236.200 millones de dólares. El nuevo presidente lo fue dilapidando hasta llegar en el 2004 a un déficit de 412.700 dólares. En la actualidad llega a un valor estimado de 410.000 millones. Como consecuencia, la deuda federal aumentó de 5,6 billones de dólares en el 2000 a 8,45 billones en el 2007, un aumento del 33%. Con los gastos para afrontar la crisis del 2008, la deuda federal se estima que pasará de los 10 billones en el 2009. Algo que pesará sobre futuras generaciones.
La balanza de pagos también se ha deteriorado mucho bajo las dos presidencias de Bush. Mientras en el 2000 el déficit de cuenta corriente ascendía a unos 100.000 millones de dólares, para el 2008 era de cerca de 200.000 millones. Un deterioro considerable a pesar de la constante devaluación del dólar con respecto a las monedas de referencia (euro, yen, libra esterlina, etcétera) La necesidad de financiar estos dos déficits ha llevado a EEUU a depender mucho de fuentes de financiación externas. Gran parte de la adquisición de bonos del tesoro ha sido realizado por China, Japón y otros países asiáticos, cuyas tenencias de bonos de Estados Unidos se estima en 20 billones de dólares.
Los dos déficits reflejan el modelo de crecimiento de Bush, que viene a ser una política de dinero barato y bajos impuestos, para llevar a cabo una redistribución de renta de los pobres y la clase media a los ricos. Mientras los beneficios de las sociedades anónimas (después de impuestos) crecieron en un 52,06% entre el 2000 y el 2007, el salario semanal promedio en términos reales solo creció de 275,95 dólares en el 2000 a 281,65 en el 2007, un incremento del 2,07%. El coeficiente de Gini, que indica el sesgo de la distribución del ingreso, ha aumentado en Estados Unidos de 0,42 en el 2000 a cerca del 0,44 en el 2007, un índice de desigualdad semejante al de México.
Fuente: Diario El Periódico de España
La balanza de pagos también se ha deteriorado mucho bajo las dos presidencias de Bush. Mientras en el 2000 el déficit de cuenta corriente ascendía a unos 100.000 millones de dólares, para el 2008 era de cerca de 200.000 millones. Un deterioro considerable a pesar de la constante devaluación del dólar con respecto a las monedas de referencia (euro, yen, libra esterlina, etcétera) La necesidad de financiar estos dos déficits ha llevado a EEUU a depender mucho de fuentes de financiación externas. Gran parte de la adquisición de bonos del tesoro ha sido realizado por China, Japón y otros países asiáticos, cuyas tenencias de bonos de Estados Unidos se estima en 20 billones de dólares.
Los dos déficits reflejan el modelo de crecimiento de Bush, que viene a ser una política de dinero barato y bajos impuestos, para llevar a cabo una redistribución de renta de los pobres y la clase media a los ricos. Mientras los beneficios de las sociedades anónimas (después de impuestos) crecieron en un 52,06% entre el 2000 y el 2007, el salario semanal promedio en términos reales solo creció de 275,95 dólares en el 2000 a 281,65 en el 2007, un incremento del 2,07%. El coeficiente de Gini, que indica el sesgo de la distribución del ingreso, ha aumentado en Estados Unidos de 0,42 en el 2000 a cerca del 0,44 en el 2007, un índice de desigualdad semejante al de México.
Fuente: Diario El Periódico de España


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