jueves, julio 30, 2009

Órdago terrorista

La banda terrorista ETA ha vuelto a cometer un atentado por el método del coche bomba. El lugar elegido ha sido la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, donde se encontraban 114 personas, de las que 41 eran niños. El volumen de la carga explosiva y el hecho de que no hubiera aviso previo apuntan a que los terroristas pretendían perpetrar una matanza. Por fortuna, el balance no arroja víctimas mortales, aunque sí una cincuentena de heridos, además de daños en la casa cuartel y algunos edificios colindantes. Se trata, por tanto, de un atentado fallido que, sin embargo, ha dejado constancia fehaciente de hasta dónde están dispuestos a llegar los terroristas en su desprecio por la vida.

El último atentado mortal de la banda tuvo lugar el pasado 19 de junio, cuando asesinó al policía nacional Eduardo Pueyes adosando una bomba a los bajos de su coche. Ahora los terroristas han pretendido lanzar un órdago criminal de mayores dimensiones, como si quisieran disimular tras una acción espectacular su debilidad y su aislamiento. Si los terroristas han optado por el coche bomba y no por el atentado selectivo es porque saben que sus crímenes no van a doblegar a las instituciones ni a los ciudadanos, y piensan que multiplicando el horror aumentan las posibilidades de imponer su voluntad. En realidad, lo único que acrecientan es la repugnancia hacia sus métodos. Sobre todo cuando, como ayer en Burgos, tratan de perpetrar un brutal atentado indiscriminado aunque disfrazándolo de ataque contra la Guardia Civil. Sólo el azar de que no se produjeran víctimas mortales ha ahorrado escucharles el ignominioso argumento de que los agentes se esconden detrás de sus familias o de sus vecinos, según han hecho en otras ocasiones.

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