A Néstor Kirchner nunca la interesó la política exterior. Su imagen, por otra parte, cae en picada entre los propios argentinos. ¿Cómo explicar entonces que los doce gobiernos sudamericanos lo hayan elegido para presidir la Unión Americana de Naciones (Unasur)? Este es el enigma de Unasur.
Cuando la esposa de Kirchner se lanzó en campaña para gestionar su candidatura, tres gobiernos sudamericanos ?los de Uruguay, Perú y Colombia- se opusieron. Habría bastado con que uno solo de ellos persistiera en su actitud para que naufragase el intento de Cristina Kirchner, ya que el presidente de Unasur debe ser elegido por unanimidad. Sin embargo, ayer Néstor Kirchner fue designado presidente de Unasur sin oposición alguna, en la reunión cumbre de Buenos Aires.
Los Kirchner alcanzaron este improbable objetivo por la suma de dos factores concurrentes. El primero, el extraordinario empeño que pusieron detrás de él, sin que puedan excluirse en este sentido ni el reciente viaje de la Presidenta al Perú, donde inclinó la voluntad de Alan García no sabemos bien a cambio de qué, ni el "costo político" que en sus propias palabras decidió pagar José Mujica por levantar el veto a la candidatura de Kirchner que había heredado de Tabaré Vázquez, en aras de la reconciliación con la Argentina a la cual razonablemente aspira, un costo político elevado si se tiene en cuenta que la mayoría de los uruguayos no quiere a los Kirchner.
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