Para Colombia reviste especial importancia y relevancia la celebración de la Cumbre de las Américas en Cartagena, por razones históricas, estructurales y coyunturales.
El vínculo del proceso de cumbres con la Organización de Estados Americanos (OEA) conlleva un bagaje para todos los colombianos, puesto que su carta se firmó en Bogotá, bajo la inspiración y dirección de Alberto Lleras Camargo, uno de los estadistas de mayor relevancia de nuestra historia.
La OEA y el proceso de las cumbres están estructuralmente ligados al modelo de democracia y desarrollo de nuestro país. Es el organismo regional por excelencia, que ha procurado el difícil equilibrio entre promover la democracia y el pluralismo y generar los espacios para que en el ámbito multilateral se produzca el diálogo entre el Norte y el Sur. No hay otro foro en el que América Latina y el Caribe se encuentren con los Estados Unidos y Canadá.
La OEA y la Cumbre de las Américas identifican los elementos comunes, los consensos y disensos que permiten dibujar la topografía política del continente y trazar la ruta que nos permita avanzar hacia el desarrollo en una agenda internacional.
La Cumbre es el único foro que convoca al más alto nivel, es decir, el de presidentes y jefes de Gobierno, para tratar una agenda que se construye por consenso, pero que en realidad no excluye ningún tema.
Además de tratar asuntos tan complejos como la conectividad, la integración y la infraestructura física, en esta ocasión se tratarán la legalización de la droga, el regreso de Cuba a la OEA y la confrontación entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas.
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